(Zenit/InfoCatólica) Monseñor Sako criticó ásperamente el sistema de seguridad del país, calificándolo como “ineficaz” y “poco profesional”. “Soy más pesimista que nunca”, admitió. “No veo signos de esperanza para el futuro”.
“Estamos experimentando días muy duros --añadió--. Todo grupo implicado en actividades criminales parece activo”. “El Gobierno y la policía están haciendo lo que pueden, pero no son capaces de controlar la situación”, alertó.
La situación de inseguridad afecta a todo Irak, declaró. “Cada día hay explosiones, en Bagdad, en Mosul, en muchos sitios diversos”, explicó.
En los últimos días, un padre de familia cristiano ha sido asesinado y un médico fue raptado mientras volvía del trabajo. El mes pasado, militantes dirigieron ataques contra siete iglesias de Bagdad, matando e hiriendo a decenas de personas, mientras que la semana pasada, durante los ataques desencadenados en muchos sitios de la capital iraquí, fueron asesinadas en un solo día casi cien personas, y heridas más de 500.
“Irak está deslizándose hacia el Islam radical”, advirtió el arzobispo Sako. Los cristianos, añadió, son un objetivo para los extremistas, no tanto por su religión, sino porque se les considera incapaces de defenderse.
“En este clima, la población cristiana tiene miedo -indicó-. Está verdaderamente preocupada; a pesar de lo que les decimos, animándoles a quedarse, la gente quiere irse”.
La gente, sostiene monseñor Sako, está muy decepcionada también de los políticos. En su opinión, los países occidentales deberían ejercer presiones sobre los grupos políticos iraquíes para que se reconcilien, para reducir el conflicto y restaurar el orden y la ley.
“No puede haber seguridad sin una reconciliación autentica -declaró-. Los únicos que parecen beneficiarse de la situación por el momento son los criminales, y esto tiene que cambiar”.
El arzobispo subrayó también la importancia del trabajo interreligioso, que considera fundamental para la coexistencia entre cristianos y musulmanes. Las iniciativas interreligiosas en las que ha estado implicado en Kirkuk --por ejemplo, una cena que ofrece para el Ramadán esta semana-- no se repiten en otras zonas del país, y estas experiencias implican más a individuos que a grandes grupos.
De la misma forma, concluyó monseñor Sako, los líderes de la Iglesia y los políticos cristianos no están haciendo bastante para colaborar en afrontar los problemas comunes.