(Fady Noun/AsiaNews) Toda esperanza está perdida, solo nos queda la oración y el ayuno, declaró, en pocas palabras, la asamblea de obispos maronitas al concluir su encuentro mensual el pasado 1 de septiembre. Los pastores convocaron entonces a «una novena de oración, ayuno y conversión por la salvación del Líbano», que comenzó el pasado domingo 5 de septiembre y terminará el 14 de septiembre, en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz que recuerda el descubrimiento de las reliquias de la cruz de Cristo por parte de Santa Elena, madre del emperador Constantino (siglo IV).
En su mensaje, los obispos maronitas dicen: «Sólo nos queda orar y suplicar a Dios. Recemos, entonces, en nuestros hogares, familias, iglesias, parroquias y conventos, pidamos a Dios que nos dé la fuerza y el coraje para resistir y dar testimonio de la verdad».
Según AsiaNews hechos se enumeran en términos muy vagos, porque se puede reemplazar los puntos suspensivos por los términos que se prefiera. Reflejan el estado de ánimo de una Iglesia preocupada que se prepara para tiempos difíciles, tiempos de privación de ciertas libertades esenciales de las que todavía goza. Esta convocatoria refleja también una Iglesia desorientada, que ya no sabe qué decir ni qué hacer para conseguir que se forme un nuevo gobierno, una Iglesia que ha recurrido en vano a todos los medios que tenía a su alcance para intentar un cambio en el corazón de la clase dirigente, un cambio beneficioso de su línea política. Y la única arma que le queda es la espiritual.
Desde agosto de 2020 el Líbano vive sin un gobierno con plenitud de facultades, porque el ejecutivo encabezado por Hassane Diab renunció tras la doble explosión criminal en el puerto de Beirut el 4 de ese mismo mes. Y desde entonces no ha hecho más que administrar el día a día.
División de los patriarcados orientales
¿Por qué la Iglesia Maronita es la única que ha hecho esta convocatoria? ¿Por qué no hubo un movimiento unánime de todos los patriarcas orientales para reflejar la unidad que se había manifestado en la jornada de discusión y oración que tuvo lugar en Roma el 1 de julio, por invitación del Papa Francisco?
«Este llamamiento es similar a muchos otros» explica una fuente episcopal no maronita, que pide conservar el anonimato y confiesa con franqueza que no sabía nada sobre la convocatoria de los obispos maronitas. «Este tipo de comunicados - dice - se multiplican, pero nunca tienen continuidad. Los obispos se sienten desorientados. No estaban preparados para afrontar una situación tan compleja». «Los patriarcas orientales que se reunieron en Roma - señala la fuente - tienen ideas diametralmente opuestas con respecto al régimen sirio. Y con el Líbano ocurre lo mismo. Es un obstáculo insuperable. Las divisiones entre las fuerzas políticas cristianas han dejado al patriarca sin recursos. Los respectivos jerarcas no se hablan, mientras el patriarca maronita debe ser el patriarca de todos».
El nivel de desconcierto es tan grande que algunos obispos maronitas se abstuvieron de revelar ayer - quizás por pudor humano - que el día anterior el Patriarca Raï viajó a Budapest, capital de Hungría, en compañía de su vicario, Mons. Paul Sayah, para participar en el 52º Congreso Eucarístico que se lleva a cabo hasta el 12 de septiembre. Y que estará ausente del país durante la mayor parte de la novena.