(AFP/Abc/InfoCatólica) La violencia empañó la breve ceremonia de entronización celebrada en Cetiña, una histórica ciudad del sur del país. La policía anunció ocho arrestos.
El obispo Joanikije fue transportado en helicóptero desde la capital, Podgorica, hasta el monasterio de la ciudad, sede primada de la iglesia ortodoxa serbia en Montenegro, para evitar las barricadas que bloqueaban desde la víspera las carreteras aledañas.
Miles de montenegrinos acudieron a esa localidad para protestar contra la entronización del nuevo obispo en este monasterio del siglo XV, considerado por parte de los montenegrinos como un signo de identidad.
Los Balcanes, un volcán que puede volver a entrar en erupción
Lo ocurrido revela que las raíces de la guerra de los Balcanes que tuvo lugar a finales del siglo pasado están lejos de ser arrancadas.
Esta cuestión ha suscitado fuertes tensiones en Montenegro, donde el poder basculó a finales de 2020 a manos de un gobierno considerado cercano a la iglesia ortodoxa serbia.
Tras casi 90 años de vida en común, Montenegro se independizó en 2006 de Serbia, con quien mantiene complejas relaciones.
Un tercio de sus 620.000 habitantes se identifican como serbios y la iglesia ortodoxa serbia es dominante en el país, aunque sus adversarios la acusan de servir los intereses de Belgrado.
Según imágenes difundidas por la iglesia, el helicóptero que transportaba al obispo Joanikije y al patriarca de la iglesia ortodoxa serbia, Porfirio, aterrizó en el césped delante del monasterio mientras las campanas redoblaban.
La policía había establecido un perímetro de seguridad en torno al edificio para proteger la ceremonia, tras la cual, los clérigos regresaron a la capital del país.
Las fuerzas de seguridad lanzaron gas lacrimógeno y granadas ensordecedoras para expulsar a los manifestantes de las inmediaciones del monasterio.
Según el director adjunto de la policía, Dragan Gorovic, citado por la televisión nacional, una veintena de policías resultaron heridos. A ese balance se sumarían varios manifestantes, según los medios.
Barricadas y fogatas
La víspera, miles de personas levantaron barricadas para impedir el acceso a esta ciudad y pasaron la noche junto a fogatas para calentarse, indicó un corresponsal de la AFP. Algunos iban armados y dispararon al aire, otros incendiaron neumáticos.
«No pedimos nada a nadie, pero nos vemos negados por la ocupante iglesia serbia. Aquí defendemos nuestra dignidad», dijo a la AFP Saska Brajovic, una funcionaria de 50 años que pasó la noche en una barricada.
Habían acudido convocados por organizaciones que se autodenominan «patrióticas» y por el partido DPS del presidente montenegrino Milo Djukanovic, derrotado hace un año en las legislativas por una coalición próxima a la iglesia ortodoxa serbia.
El presidente, que había anunciado su presencia en Cetiña, «donde se defiende la dignidad del Estado» ha acusado a las autoridades de la vecina Serbia y de la iglesia ortodoxa de «negar Montenegro y a los montenegrinos, así como la integridad» de su país.
El monasterio de la ciudad fue sede de los dirigentes montenegrinos durante siglos hasta el fin de la Primera Guerra Mundial.
Conflicto habitual entre los ortodoxos
Quienes se oponen a la iglesia ortodoxa serbia consideran que el monasterio es propiedad de la iglesia ortodoxa montenegrina, muy minoritaria y no reconocida todavía por el mundo ortodoxo. Aun así, los ortodoxos montenegrinos confían en que más adelante se les conceda una iglesia autocéfala siguendo el ejemplo de lo ocurrido en Ucrania, que ha provocado un gran cisma en la Ortodoxia.
Este tipo de conflictos es típico de las iglesias ortodoxas al estar habitualmente unidas de forma cuasi orgánica a las naciones donde están presentes. Los nacionalismos de uno u otro signo siempre tienen a su lado a sacerdotes y obispos ortodoxos.
Tanto el nuevo gobierno como la iglesia serbia acusan al presidente montenegrino de atizar tensiones religiosas con multas políticas, después de que las últimas legislativas dejaran a su partido fuera del poder, que controló durante tres décadas.
Mientras que el presidente serbio, Aleksandar Vucic, se congratuló de que el gobierno montenegrino hubiera logrado que se celebrara la ceremonia, la embajada de Estados Unidos y la delegación de la Unión Europea (UE) pidieron a los responsables políticos que apacigüen la situación y rebajen tensiones.