(Katolisch/InfoCatólica) En la Iglesia del Santo Sepulcro de la localidad bávara de Bamberg, y con motivo del 800 aniversario de la muerte de Santo Domingo, el arzobispo Schick ofició una Misa en cuya homilía habló de la necesidad de la renovación de la fe «especialmente en Europa Occidental, y por tanto también aquí en Alemania, donde la vida cristiana, con todas sus bendiciones para la gente, está disminuyendo. Necesitamos una nueva evangelización».
El prelado recordó que el fundador de la Orden de los Dominicos también se enfrentó a una Iglesia, especialmente a los obispos, sacerdotes y religiosos, «que se había enredado en el egoísmo y el interés propio». Se habían preocupado más de sí mismos y de sus intereses que de la atención pastoral y de la transmisión de la fe.
Como resultado, se extendió un sentimiento de inutilidad y descontento entre la población; muchas personas se volvieron adictas a la codicia y la avaricia, dijo el Arzobispo. Otros se unieron al movimiento de protesta de los cátaros, que privaba a sus miembros de libertad y derechos humanos. Santo Domingo contrarrestó todo reavivando la fe en Jesucristo en Europa, donde la gente pudo volver a vivir en paz y libertad, con confianza y esperanza.
La Iglesia debe ser auténtica y vivir lo que predica.
Hoy en día, muchos en la Iglesia están demasiado preocupados por ellos mismos y por sus propias sensibilidades, explicó Mons. Schick. Se involucran en temas que no desempeñan ningún papel, o casi ninguno, en el Evangelio, cuestionando su relevancia en la sociedad y su posición en la Iglesia, ocupándose de los cambios estructurales, del dinero y de los bienes. «Una Iglesia que vive en su propia burbuja es ineficaz para la gente», subrayó el arzobispo. El mensaje del Evangelio debe llevarse al mundo, dijo: «Para ello, nosotros, como Iglesia del siglo XXI, debemos ser auténticos y vivir lo que predicamos».