(ACIPrensa/InfoCatólica) En Lima, Perú, fue inaugurado un monumento conmemorativo por el aniversario número 30 de la muerte de los beatos Zbigniew Strzalkowski y Miguel Tomaszek, quienes en vida fueron sacerdotes polacos y que murieron asesinados por el grupo terrorista Sendero Luminoso.
Sendero Luminoso es un grupo de ideología marxista que azotó el país dejando múltiples muertes de inocentes en atentados terroristas que aún recuerdan los peruanos.
Los jóvenes sacerdotes fueron asesinados el 9 de agosto de 1991. El homenaje estuvo a cargo de la Embajada de Polonia en Lima y la Orden de los Franciscanos Menores Conventuales.
Al homenaje asistieron varias personalidades representativas de la embajada y de la Iglesia en Perú. Tuvo lugar el 5 de agosto en el Parque Polonia del distrito Jesús María.
La embajadora de Polonia, Antonina Magdalena Śniadecka–Kotarska, dijo durante su discurso:
«Los regímenes totalitarios de todo el mundo siempre han luchado contra el conocimiento y la memoria histórica. La ceremonia de hoy es una prueba de nuestra memoria. Es un homenaje a la empatía, a la paciencia, a la bondad, a la fe en las virtudes que representaban, pero también un llamado a recordar a las víctimas entre quienes han perdido la conciencia de su historia. Y una nación sin historia deja de existir».
El Nuncio Apostólico, Mons. Nicola Girasoli, señaló que ambos mártires fueron declarados beatos el 3 de febrero del 2015 y dijo: «El Papa Francisco quiso unir a estos mártires que han dado la vida por una adoración profunda que tenían de amor al pueblo y naturalmente inmolándose por el bien de todos. Por eso no es solo un recuerdo histórico. La sangre derramada es una sangre que nos purifica, es una sangre que nos fortalece, que nos da esperanza y nos hace mirar hacia adelante».
También asistieron miembros del Cuerpo Diplomático, sacerdotes franciscanos –orden a la que pertenecieron los dos mártires– y miembros de la colonia polaca en Perú.
Szymon Szynkowski vel, secretario de Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores de Polonia, expresó su sentir en una carta que decía:
«Ellos brindaron educación, ayuda social, evangelización, catequesis e incluso iniciativas culturales y recreativas. Con el apoyo de organizaciones polacas y organizaciones internacionales, los misioneros contribuyeron al suministro de agua e instalaciones sanitarias básicas en las aldeas cercanas y a la creación de un programa preventivo de atención médica.
La escala y el esfuerzo realizado por ambos beatos puede evidenciarse por el hecho de que la parroquia de Pariacoto abarca 74 pueblos andinos. A muchos de ellos se podía llegar solamente a pie.
En el Perú, los beatos conocieron gente de corazón sencillo, gente humilde en el camino terrenal, hermanas y hermanos peruanos, los más pobres. Fieles a su vocación misionera y anunciando la palabra de la fe, vivieron para ellos. Ya sea organizando y dirigiendo escuela de catequesis o visitando a las comunidades y preparando a los fieles a los sacramentos, dieron testimonio no solo de enseñanza cristiana.
Con la realización de los ideales de la vida franciscana dieron un testimonio hermoso, pagado en sangre, de vivir de acuerdo con las enseñanzas y el mensaje de su compatriota y orgullo de Polonia: el Santo Padre Juan Pablo ll.
Esta es la verdadera dimensión del fenómeno que fue y es la generación de Juan Pablo II».
El día del asesinato, los terroristas ingresaron a la casa parroquial, sacaron a los sacerdotes y los ejecutaron en el cementerio del poblado de Pariacoto, días después también asesinaron al padre Alessandro el 25 de agosto de 1991.
La embajadora recalcó que «las acciones de ambos sacerdotes se convirtieron en una amenaza para Sendero Luminoso, porque los misioneros despertaron el corazón y apoyaron a quienes estaban perdidos en sus penurias diarias, en los desastres naturales, en las epidemias de cólera, en las sequías -que afectaron la Sierra en 1990 y 1991- al mismo tiempo mostraron la posibilidad de una vida alternativa basada en la bondad, la ayuda, la solidaridad y la cooperación: valores perdidos en la lucha por la supervivencia.
Cada día, Michał y Zbigniew, transformaron el saludo simbólico de Paz y Bien de los franciscanos en actividades prácticas. Esto era el significado simbólico de sus vidas y por el que dieron sus vidas. Murieron por una causa justa.
Los mártires fueron beatificados el 5 de diciembre de 2015 en la ciudad de Chimbote, en el norte de Perú, en una ceremonia presidida por el Cardenal Ángelo Amato, entonces prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.