(Infocatólica) Según la Fundación Jérôme Lejeune, la decisión del Consejo Constitucional, dictada en pleno verano (29 de julio), es de mal gusto y no refleja la petición de los 80 diputados que presentaron el recurso. El llamamiento de éstos, centrado en la investigación sobre el embrión humano, era pedir a los consejeros que establecieran límites supralegislativos para evitar la huida hacia delante cientifica del legislador y restaurar una apariencia de «bioética» en Francia.
El nuevo proyecto de ley de bioética, ya aprobado por la Asamblea Nacional francesa y pendiente de su aprobación por el Senado, avala todo lo que la ciencia hace posible: embriones transgénicos, embriones quiméricos, investigación con embriones a los 14 días de vida, investigación con embriones para el conocimiento puro, etc.
En lugar de servir al principio constitucional de «salvaguarda de la dignidad de la persona humana» frente a estas transgresiones que modifican la naturaleza misma de lo humano (embrión transgénico), de lo animal (embrión quimérico), o reducen el embrión humano a un ratón de laboratorio disecado para la «investigación», el Consejo Constitucional lo hace incoherente.
Los consejeros se escudan en el «ámbito de competencia del legislador» para no entrar en el fondo de la cuestión. Así, si el legislador es el único competente para hacer o derogar la ley, ya que no «desconoce los requisitos constitucionales» –que en ningún caso protegen al embrión humano–, entonces todo vale.
La Fundación Lejeune asegura que el Consejo Constitucional es, como resulta habitual en cuestiones de bioética, una marioneta que avala los deseos de los políticos, que a su vez siguen el mal llamado «progreso».
Por tanto, el Consejo Constitucional valida :
- la creación de embriones transgénicos y quiméricos ;
- la investigación con embriones humanos de hasta 14 días, por el simple deseo de conocimiento sin fines médicos;
- la ausencia de verificación por parte de la ABM (ndt: Agencia de Biomedicina) del consentimiento de los padres que donan su embrión a la investigación;
- la falta de autorización de la ABM para la conservación de embriones humanos a los laboratorios de biología médica;
- la comunicación de los resultados de las pruebas prenatales a la mujer embarazada, y sólo si lo desea, al otro miembro de la pareja;
- la creación de la comisión de acceso a los datos no identificativos y a la identidad de los donantes;
- la ausencia de una garantía sólida que prohíba la donación de gametos por parte de personas bajo tutela o custofia
Jean-Marie Le Méné, presidente de la Fundación Jérôme Lejeune, lamenta que
«el tema mediático de la ley de bioética, la PMA (ndt:fecundación asistida para todos) para todos, haya oscurecido las cuestiones más graves y definitivas de la manipulación ilimitada del embrión humano, que sufre una indiferencia generalizada».
Cuando la ley se convierte en cómplice de la injusticia, ya no ofrece ningún respeto ni consideración al miembro más joven de nuestra especie.