(CNA/InfoCatólica) La Iglesia acompaña a quienes protestan contra el gobierno comunista de Cuba, según un sacerdote de la Arquidiócesis de Camagüey.
«Hablaré de la parte de la Iglesia que conozco, la que me toca de cerca en este esfuerzo por acompañar al pueblo en sus legítimas reivindicaciones. Sobre todo, somos acogedores, donde las personas pueden hablar sin miedo, soñar con el futuro, pensar e imaginar la Cuba que quieren. Nos comprometemos con todos en estas obras y tratamos de orientarlos desde criterios evangélicos. Para que la Cuba que renace sea acorde con Dios. Una Cuba que promueve la plenitud del ser humano que Cristo nos reveló», dijo el padre Fernando Luis Gálvez, párroco de la parroquia San José de Lugareño en Camagüey el 22 de Julio.
Gálvez de 33 años, dijo que el clero de Camagüey intenta ser «un padre» para sus feligreses en medio de las manifestaciones que comenzaron el 11 de julio en toda Cuba.
«Con una Iglesia así, el futuro puede avanzar en los caminos de Dios, de lo contrario, el futuro probablemente será ajeno al Evangelio. Si no acompañamos este renacimiento, estaríamos hipotecando el futuro de la Iglesia y, por tanto, la salvación de las generaciones futuras».
Los manifestantes citaron preocupaciones sobre la inflación, la escasez de alimentos y medicinas y la pandemia de Covid-19. Algunos manifestantes fueron golpeados y al menos 100 fueron arrestados.
«Cuba es un país en estado de colapso… Cuando vemos la televisión nacional parece un país promedio. Cuando alguien miente sobre muchas cosas, nada de lo que dice ya es creíble. Es una situación deplorable.
Todos los días escuchas lamentos y quejas. No hay nada que podamos decir que esté bien. No hay alimentos, medicinas, servicios médicos eficientes, transporte ni instituciones que funcionen correctamente. Nada funciona y casi nada de lo que se necesita y se busca se puede encontrar. Experimento esto en los pueblos en los que sirvo como pastor, y es prácticamente lo mismo en todo el país», explicó.
Las protestas provocaron una respuesta violenta del dictador cubano Miguel Díaz-Canel, quien ordenó a las fuerzas del orden que las reprimieran.
Díaz-Canel negó el 14 de julio que hubiera represión. Sin embargo, los videos publicados en las redes sociales mostraron a agentes golpeando y arrestando a manifestantes.
«La imagen de esos grupos de “civiles”, enviados y protegidos por el gobierno comunista, armados con garrotes y piedras, me asusta. Es una imagen aterradora, totalmente reprobable. Me asusta tanta manipulación, tanta intolerancia a la libertad de expresión, tanto odio».
En el contexto de las protestas, el padre Gálvez señaló que está viendo una Cuba «vigorosa, con ganas de cambio, esperanzada, con espíritu de lucha», a pesar del «dolor y la decepción del pasado y del presente».
«Los últimos hechos y la respuesta del gobierno han despertado a muchos que todavía no veían las cosas con claridad, que dudaban, que quizás todavía creían en los beneficios que solo se proclamaban con palabras. La respuesta violenta del gobierno ha sido la prueba más clara de su identidad. Y la sensación que está experimentando la gente, ahora en un silencio forzado, es: “no más”. Y este es el comienzo de un camino que tarde o temprano traerá cambios».
El sacerdote dijo que en «los pueblos pequeños a los que sirve pastoralmente no hubo manifestaciones, pero en algunas partes de la diócesis sí, y conozco y aprecio mucho a algunos de los detenidos».
«Es precisamente por este conocimiento personal que estoy absolutamente convencido de la calidad humana de muchos de los manifestantes. Son simplemente personas que aman mucho a Cuba. Son muchos cuyo amor a Dios los ha llevado a un compromiso con los que sufren, un compromiso con la justicia, con la verdad.
Todavía hay personas que han desaparecido ... Por ellos seguimos rezando, buscándolos, haciendo demandas. Otros ya están en sus casas esperando juicio bajo cargos inventados. Esta situación es triste y muy incierta».
Sobre su amigo, el padre Cástor Álvarez Devesa, sacerdote que fue golpeado, detenido durante las manifestaciones y luego liberado, dijo: «Fueron 24 horas de gran angustia. Quería saber qué le había pasado. ¿A dónde lo llevaron? ¿Qué le están haciendo? ¿Cuáles serán las consecuencias? Temíamos por él, que ya había sido agredido violentamente durante la manifestación. No fue abusado físicamente dentro de la comisaría. Aunque su arresto ya fue arbitrario en sí mismo, el padre Castor estaba cumpliendo fielmente su misión sacerdotal: cuidar a sus hijos».
«El gobierno censura todo, incluida la Iglesia. No quiero hablar más de esto ahora, porque es muy doloroso. Tengo marcas en mí y todavía no puedo descubrir las consecuencias futuras para mi vida y mi ministerio. Les pido que oren por la libertad de la Iglesia en Cuba. Que seamos fieles a nuestra conciencia cristiana. El clero podría estar más comprometido con la solución del problema real.
Es más fácil repartir medicinas, alimentos, etc. Buscamos menos inconvenientes. Pero todo eso se acabó. Ya no tengo nada para dar. Todo lo que me queda es mi voz. Eso puedo dar. Y lo usaré para exigir justicia.
Para que ellos, por sí mismos, puedan comprar sus alimentos y obtener sus medicinas y cualquier necesidad que tengan, son necesarios trabajos dignos. En Cuba todos tenemos necesidades básicas en este momento. Así que este servicio caritativo de material no es suficiente. Tienes que ir a la raíz del problema. ¿Cuáles son las causas de esta precaria situación? Allí tendríamos que reflexionar y afrontar las consecuencias para el bien de todos.
La unidad de la Iglesia cubana está en Jesucristo y la fe y la moral nos unen.
El resto está en discusión. Eso es diversidad, no división. Dios habla a cada uno y sugiere campos de acción según las necesidades de las personas que se nos confían. Eso es lo que tendríamos que discernir en este momento dramático.
La Cruz, los invito siempre a contemplar la Cruz, que no es resignación. La Cruz desde aquel Viernes Santo es la mayor paradoja de la historia. Allí, al reflexionar dentro de nosotros mismos, podríamos encontrar caminos y transitarlos con fuerzas sobrenaturales», concluyó.