(ACIPrensa/InfoCatólica) El evento fue organizado por el diario ABC y la Fundación Universitaria San Pablo CEU y su finalidad era debatir y aportar respuestas «a los grandes temas que preocupan a la sociedad actual»
En España acaba de entrar en vigor la nueva ley de eutanasia, un grave avance de la legislación que promueve la llamada «cultura de la muerte» en las sociedades occidentales, cristianas hasta hace no muchas décadas, entre las cuales España viene siendo el campo experimental de la legislación contraria a la Vida, que luego es exportada a los países hispanoamericanos.
[N.de R. A nivel mundial, la tradicional cultura de la vida se ha visto gravemente afectada por la imposición de las ideologías impregnadas del liberalismo marxista o capitalista individualista y ateo, en sus diversas expresiones].
Alonso García de la Puente, director del departamento psicosocial del Hospital Centro de Cuidados Laguna, de Madrid, participó en el ciclo llamado «Haciendo preguntas» y explicó lo que significa una «buena» muerte».
«La buena muerte es estar rodeado de los tuyos, ser compasivo no puede ser acabar con la vida de otra persona».
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El doctor García, especialista en psicooncología y cuidados paliativos, recordó que el trabajo de un médico es «acompañar a las personas al final de su vida y cuando los médicos no pueden curar, lo que sí podemos seguir haciendo es cuidar a esa persona. Y lo hacemos dando medicamentos para intentar aliviar el dolor y el sufrimiento lo máximo posible».
«Cuando estás de vacaciones y tu madre te dice “nos vamos mañana”, aprovechamos esos minutos que nos quedan y los vivimos con más intensidad y con más ganas. Eso es lo que hacemos con las personas en los paliativos: acompañar en ese momento para que, con los medicamentos, la persona pueda estar mejor. Y el resto del equipo podamos ayudar a esa persona a que disfrute, con toda la pasión y toda la energía que le queda, viva esos últimos momentos de su vida».
Le preguntaron: «¿No sería mejor poner fin al sufrimiento?
García respondió: «Eutanasia significa etimológicamente “buena muerte”, la propia palabra es un disfraz. A cualquiera que se lo preguntes la muerte buena es estar rodeado de los tuyos, en tu casa, agarrado a una mano. No se imaginan un final en que alguien acaba con otro alguien. Me cuesta admitir que otro venga a decir que la manera de ser compasivo es acabar con su vida».
También narró el caso de uno de sus pacientes: «Había sido un maltratador. Había pegado a su mujer y a sus hijos. Pero creamos un espacio en el que él pudo hablar de su vida y se dio cuenta de que tenía que pedir perdón a su familia. Le costó muchísimo, pero lo pudo hacer. Sobrevivió 2 años más y aprovecho su vida hasta el último día. Él de pequeño fue huérfano, vivió la posguerra, de adulto creó su propio infierno. En su vida vivió sólo dos años, que fueron esos últimos, pero los vivió».
«Dar un beso, susurrar palabras de cariño, acompañar y sobre todo estar, que es lo más importante. Tengo un recuerdo de una paciente que no se atrevía a decirlo porque pensaba que la iban a tachar de loca. Pero un día me dijo que desde su habitación veía una colina y soñaba cada día que iba allí a gritar al mundo “gracias”. Así que la cogí en una silla de ruedas, subimos la colina por un camino de piedras imposible y cuando estábamos arriba, viendo todo Madrid, ella comenzó a gritar y a dar gracias por el sol, por cada día, por las flores… Y aprendí ese día de qué iba la vida. Que va de esas cosas».
La fe, los cuidados paliativos y la buena muerte
En su experiencia, el doctor ha visto y comprobado en sus pacientes que «las personas con fe mueren mejor que los que no tienen fe.
Yo era ateo militante, y fue en mi hospital viendo como la gente se quería, se despedía y se amaba… Y viendo de manera palpable que habían trabajado su fe a través de la religión, y que morían mejor que las personas que no. Eso me hizo saltar las alertas y a partir de ahí empezar a trabajar para poder enfrentarme no a mi muerte, sino a lo que ha sido mi vida».
Las estadísticas presentadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) de España, demuestran que solo «el 3% de pacientes en situación paliativa solicitan la eutanasia y de ése 3%, solo el 1% la sigue solicitando cuando reciben cuidados paliativos». Para García la aprobación de la ley fue apresurada.
«Animaría a los legisladores a que se acerque a mi hospital o a cualquier hospital donde se ofrezcan cuidados paliativos y que vean lo que vivimos, la necesidad real que tienen los pacientes es la de aliviar el sufrimiento, de que la sociedad siga preocupándose y ocupándose de ellos».