(ACI/InfoCatólica) La última tragedia que dejó a solo cinco sobrevivientes de Eritrea que anduvieron a la deriva durante 20 días en el mar sin agua ni alimento. “La realidad es la misma. Son seres humanos que buscan llegar a países o regiones económicamente más desarrollados, para huir de la pobreza y el hambre. Por ello están dispuestos a dejarlo todo, incluso la misma vida”.
Este problema, dijo, “como dice el Santo Padre, ‘requiere una fuerte e iluminada política de cooperación internacional para ser adecuadamente afrontado’. Entonces se da una parte importante en tratados para monitorea el mar y tomar iniciativas humanitarias; porque es legítimo el derecho de los estados para regular la inmigración”.
Pero es además, dijo el Presidente del dicasterio “un derecho humano ser acogido y socorrido. Esto se acentúa en situaciones de extrema necesidad, como por ejemplo estar a la deriva en medio del mar. Por siglos los capitanes de barcos siempre han defendido el principio fundamental del derecho del mar, que prevé que se debe socorrer siempre a los náufragos que se encuentran”; refiriéndose al hecho de que ninguno de los barcos que encontró la embarcación a la deriva les ayudó, excepto una patrullera de Malta, que les dio un poco de agua y comida así como chalecos salvavidas.
Tras lamentar que la sociedad actual sufre el egoísmo que genera muchas veces el rechazo de lo extranjero, Monseñor Veglió manifestó que “nuestro Pontificio Consejo está adolorido por la continua repetición de este tipo de tragedias” como la ocurrida en las costas italianas “y por ello reafirma lo que dice el Santo Padre en la Caritas in veritate: ‘todo inmigrante es una persona humana, y en cuanto tal, posee derechos fundamentales inalienables que deben respetarse en toda situación”.