(AyudaalaIglesiaNecesitada/InfoCatólica) La Santa Sede aprobó la beatificación de las tres mártires laicas de Astorga, MªPilar Gullón, Olga Pérez-Monteserín y Octavia Iglesias, recordadas por su labor de enfermeras y que fueron asesinadas en Pola de Somiedo (Asturias) por odio a la fe católica en octubre de 1936, en el contexto de la persecución religiosa durante la Guerra Civil española.
En la catedral de Astorga se llevó a cabo la solemne ceremonia de beatificación, en la que se recordó la santidad de estas tres enfermeras. Estuvo presidida por el cardenal Marcello Semeraro quien en la homilía expresó:
«Pilar, Olga y Octavia, eran débiles, pero desde hoy la Iglesia las honra oficialmente como mártires de Cristo. Han recibido la corona de la vida prometida por el Señor a cuantos lo aman.
Las tres jóvenes laicas se habían ya encaminado por la vía de la caridad alimentado con la actividad apostólica su vida cristiana ordinaria. Cuando eligieron pertenecer a la Cruz Roja como enfermeras en Astorga, canalizaron sobre este camino su vocación laical hasta llegar al martirio, el supremo testimonio de amor por Cristo.
Estas beatas murieron aclamando a Cristo Rey y esa profesión de fe es lo que les hace mártires».
El obispo de Astorga, monseñor Jesús Fernández afirmó que las nuevas beatas, pudiendo hacerlo, no evitaron el martirio mediante el abandono de sus responsabilidades ni la renuncia a su fe en el momento de la prueba. En ellas:
«Se forjó en la fidelidad sencilla del compromiso, en el seguimiento de Jesucristo, probado en el sufrimiento hasta el fin con la entrega de la propia vida, ser mártir no se improvisa, sino que madura en las pequeñas decisiones del seguimiento de Jesucristo.
Las tres laicas mártires tuvieron explícita ocasión de evitar el martirio mediante el abandono de sus responsabilidades o con algún gesto de renuncia a su fe en el momento de la prueba. Pero todas antepusieron de manera gozosa la fidelidad al Señor a su propia vida. En estas tres mujeres laicas brilla la Fe, la Esperanza y el Amor, como testimonio de la verdad del Evangelio».
Por su parte, el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Marcello Semeraro, explicó que
«Las mártires Pilar, Olga y Octavia comprendieron las palabras de Jesús en las que anima a no tener miedo de los que matan el cuerpo.
De hecho, se comprometieron a curar el cuerpo de los enfermos y de los heridos, a aliviar los sufrimientos y a levantar el ánimo porque el cuerpo tiene una dignidad incalculable. Para nosotros, creyentes, el cuerpo del hombre participa de la dignidad de la imagen de Dios.
En el peligro que se presentó no quisieron abandonar a los heridos, sino que continuaron asistiéndolos poniendo en riesgo a la propia vida.
Nos mostrarnos cercanos a quienes lo necesitan, especialmente en este tiempo de pandemia, porque Nuestro Dios está cerca, quiso acompañarnos en la vida. Es el Dios de la cercanía. Aunque no podemos acércanos físicamente por miedo al contagio, sí podemos despertar en nosotros una actitud de cercanía entre nosotros, con la oración, con la ayuda, muchas formas de cercanía».