(CNA/InfoCatólica) «Aunque no presumo de saber lo que hay en la mente y el corazón de mis hermanos obispos, no estoy motivado por fines políticos, como tampoco lo están aquellos con los que he discutido el tema. Nuestra preocupación no es política sino pastoral; es por la salvación de las almas. Este asunto tiene ramificaciones políticas, pero eso no es una excusa para rehuirlo en este momento crucial», escribió Mons. Wall en un artículo publicado el 18 de mayo en First Things.
Falsa unidad
En la reciente carta del cardenal Ladaria a los obispos de EE.UU sobre la cuestión de la comunión de los políticos católicos abortistas, el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe les pidió que no pusieran en peligro su unidad por este tema. El obispo de Gallup, sin mencionar expresamente la misiva del cardenal curial, tiene clara su opinión al respecto.
«Decir la verdad a veces parece crear división, pero a menudo simplemente expone la división que ya existe. Si los católicos no pueden ponerse de acuerdo en la protección del indefenso no nacido, entonces nuestra unidad es superficial en el mejor de los casos e ilusoria en el peor».
Mons. Wall añadió que «cuando los obispos departen según su conciencia y escuchan los puntos de vista de los demás, fomentan el diálogo genuino, un paso necesario en el camino hacia la unidad.»
En su articulo del 5 de mayo, el obispo McElroy denunció lo que llamó «una teología de la indignidad» para recibir la Eucaristía, por la que quienes la practican se centran demasiado, en su opinión, en la disciplina.
Mons. McElroy argumentó que la lógica de negar la Eucaristía a los políticos pro-abortistas constituye una prueba de fuego «extremadamente expansiva» que «aplica las sanciones de forma muy selectiva e inconsistente»
En respuesta, el obispo Wall señaló que, según el derecho canónico, el aborto es uno de los pocos pecados que conllevan una excomunión automática.
«No hay duda de que un político que protege activamente el aborto y se esfuerza por hacerlo más accesible también arriesga su salvación», advrtió Mons. Wall.
«Seguramente no es 'expansivo' poner este mal en la categoría de pecado grave», añadió.
Mons. Wall también señaló que el derecho canónico existente dice que «una persona que es consciente de un pecado grave no debe celebrar la misa o recibir el cuerpo del Señor sin una confesión sacramental previa»
Sobre la acusación de Mons. McElroy de que se está señalando el aborto en detrimento de otros males, Mons. Wall dijo que la gravedad del pecado del aborto ha sido destacada constantemente por la conferencia episcopal estadounidense.
«Si bien hay muchos pecados graves que disminuyen nuestra condición válida para recibir la Eucaristía, sólo los pecados más graves extinguen esa condición por completo», señaló.
«Como cuerpo de obispos hemos leído 'los signos de los tiempos', hemos reconocido que el aborto es el gran mal de nuestra cultura, y lo hemos denunciado como tal durante décadas....Los líderes políticos abortistas no han hecho caso a estos llamamientos, y ahora pretendemos aplicar la última opción medicinal que nos queda y la más severa: las sanciones eucarísticas.»
Monseñor Wall concluyó destacando la importancia de que los obispos llamen a las personas que pastorean a volver al estado de gracia si han cometido pecado mortal.
«El obispo McElroy examina los argumentos para negar la comunión a los políticos pro-aborto y pregunta: “¿Cuántos líderes políticos católicos de cualquier partido podrían pasar esa prueba?”. Yo sugeriría que esta es la pregunta equivocada», indica el obispo Wall. Y concluye:
«A Jesús no le interesaban los números, sino la salvación de las almas. Una mejor pregunta podría ser: «¿He hecho absolutamente todo lo que puedo como obispo para intentar que todos los políticos católicos pro-aborto de mi rebaño vuelvan a un estado de gracia?»