(Ecclesia/InfoCatólica) «Me parece que España se ha secularizado rápidamente y, en cierto modo, la Iglesia se ha identificado con el pasado, y a veces con el pasado franquista», declaró Riccardi en un encuentro virtual con la prensa extranjera en Roma. Para Riccardi, a la España franquista, «catolicísima, en la que había un ‘caudillo por gracia de Dios’», le llegó una «Transición rapidísima que cambió profundamente la sociedad española».
Agregó que la Iglesia española «condujo una política de oposición a la transformación, a la secularización de la sociedad española». Lo cierto es que, al contrario de lo que afirma Riccardi, la Iglesia en España jugó un papel esencial en la Transición, apoyando el cambio de régimen desde la Conferencia Episcopal Española.
El despistado historiador italiano apuntó que lo que está haciendo el Papa es lo que «debe seguir el catolicismo español», es decir, «retomar el camino de relación con la gente, con los pobres, con la liturgia, y no vivir la nostalgia del pasado».
Lo cierto es que San Juan XXIII, papa, afirmó lo siguiente sobre Francisco Franco: «Da leyes católicas, ayuda a la Iglesia, es un buen católico... ¿Qué más quieren?»
La crisis del cristianismo
El historiador, autor del libro «La Iglesia arde. Crisis y futuro del cristianismo», habló de la «división de los católicos» a nivel global y aseguró que «algunos tienen miedo de un mundo que cambia, y el soberanismo es una respuesta a esta globalización». A los nuevos partidos españoles, que reivindican la tradición católica, los consideró representantes de «un modelo político –al que denominó nacionalcatólico– que recuerda de alguna manera a la idea de la España de Franco o la Portugal de Salazar: un régimen católico, blanco, nacionalista, que se opone al islam y al cambio de la identidad».
Para el historiador, la «crisis del catolicismo» no deriva solo de los escándalos de abusos o corrupción en la Iglesia, sino que es más «profunda» y está relacionada con otros problemas, como la desaparición del mundo rural, donde «el cristianismo vivía».
«Las constantes vitales (del catolicismo) están muy bajas», afirmó Riccardi, que se refirió al incendio de la catedral de Notre-Dame como un hecho simbólico del declive del cristianismo en Francia, pero extrapolable al resto de Europa: «Si Francia llora, Italia no ríe, y la antigua España catolicísima se ha convertido en un país laico y laicista», aseguró.