El gobierno de Pakistán ilegaliza a los islamistas de Tehreek-i-Labbaik

Partido fundamentalista que amenaza con atentados contra franceses

El gobierno de Pakistán ilegaliza a los islamistas de Tehreek-i-Labbaik

El gobierno pakistaní proscribió la organización fundamentalista Tehreek-i-Labbaik Pakistan (TLP). La decisión fue tomada el 14 de abril, tras las violentas protestas de simpatizantes del grupo contra el arresto de su líder por parte de las autoridades, tras las continuas manifestaciones contra Francia por las caricaturas de Mahoma.

(Asia News/InfoCatólica) El gobierno de Punjab ya había recomendado que se prohibiera la agrupación en una nota enviada al gobierno federal. Por su parte, la embajada francesa en Pakistán pidió a todos los ciudadanos y empresas francesas que abandonen temporalmente el país por temor a que se produzcan atentados.

La protesta en las principales ciudades de Pakistán comenzó el 12 de abril después de que Saad Hussain Rizvi, líder de Tehreek-i-Labbaik Pakistan, fuera detenido por las fuerzas de seguridad en Lahore. Al día siguiente, los manifestantes cortaron las carreteras de numerosos centros importantes, mientras se producían enfrentamientos con las fuerzas policiales en Karachi, Lahore, Faisalabad y otras ciudades más pequeñas. Los agentes dispararon gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, que respondieron lanzando piedras. Un agente de policía fue asesinado y varios uniformados resultaron heridos de gravedad por los activistas del TLP.

La detención del líder del grupo fue una «medida preventiva», luego de que el 20 de abril el movimiento islamista diera un ultimátum al gobierno, pidiendo tomar «medidas concretas» contra Francia, acusada de blasfemia. Nuevamente, se aludió a los hechos ocurridos en octubre de 2020, cuando el profesor de historia Samuel Paty fue decapitado cerca de París tras mostrar en clase caricaturas »blasfemas« del profeta Mahoma. Su agresor fue abatido por la policía durante su detención, y las mismas caricaturas se proyectaron posteriormente en la fachada de un edificio en Francia. En sus declaraciones, el presidente Emmanuel Macron criticó a los islamistas y prometió «no renunciar a las caricaturas» del profeta.

En respuesta, el Primer Ministro de Pakistán, Imran Khan, denunció los comentarios de las autoridades francesas. Estallaron protestas en el país pidiendo la ruptura de las relaciones diplomáticas con París y el boicot a los productos franceses. El padre de Saad Hussain, Allama Khadim Hussain Rizvi, que dirigía el TLP en aquel momento, amenazó con «acciones extremas» si no se tomaban medidas concretas y pidió al gobierno federal que »declarara la yihad« contra Francia.

Desde 1990, el TLP ha celebrado numerosas manifestaciones multitudinarias sobre cuestiones relativas a la »blasfemia«; según Al Jazeera, al menos 78 personas fueron asesinadas en relación con estas acusaciones.

El ministro del Interior, Sheikh Rahid, recurrió a un tuit para explicar los motivos de la prohibición del movimiento político-religioso: escribió que la medida se había tomado en base al artículo 11(b) de la Ley Antiterrorista de 1997. Rashid también explicó que los líderes del TLP solían asistir a todas las mesas de diálogo con el gobierno mientras, al mismo tiempo, daban instrucciones a sus militantes para los cortes de carretera. «Estaban mucho mejor preparados que nosotros», comentó el ministro, «pero hoy hemos decidido declararlos fuera de la ley. Además, la Comisión Electoral ha determinado que los candidatos de TLP no podrán participar en las próximas elecciones con el símbolo del partido».

En diálogo con AsiaNews, el investigador y escritor Amer Kakkazai declaró:

«La situación en el país es cada vez más grave y hay muchas noticias de hechos de violencia en las redes sociales. Esta decisión del gobierno es buena, pero llega tarde. Desgraciadamente, hay aparatos estatales que se confabulan con estos grupos y a menudo los consideran como su gente. Este monstruoso grupo se creó para contrarrestar la base electoral de otro partido, pero la historia nos enseña que este tipo de operaciones siempre terminan siendo contraproducentes.»

Prohibir un partido, concluye Amer Kakkazai, «significa que no podrá participar en las elecciones, pero desde luego no se puede prohibir que entre en los pasillos de la política. Sería una pena que el gobierno no aprendiera de sus errores. Pedimos al gobierno que apruebe una ley para hacer frente a estos grupos extremistas con mano de hierro. Caso contrario, serán las autoridades las que perderán el control del Estado».

 

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