(CNA/Infocatólica) «La Sagrada Comunión está reservada a quienes, con la gracia de Dios, se esfuerzan sinceramente por vivir esta unión con Cristo y su Iglesia adhiriéndose a todo lo que la Iglesia católica cree y proclama como revelado por Dios», dijo el obispo Olmsted, explicando que la enseñanza de la Iglesia sobre esto «siempre ha sido clara y se basa en las Escrituras».
Por eso la Iglesia «exige a los líderes católicos que han apoyado públicamente leyes gravemente inmorales como el aborto y la eutanasia que se abstengan de recibir la Sagrada Comunión hasta que se arrepientan públicamente y reciban el Sacramento de la Penitencia», explica el prelado en la exhortación Veneremur Cernui.
«No todas las cuestiones morales tienen el mismo peso que el aborto y la eutanasia. La Iglesia enseña que el aborto o la eutanasia es un pecado intrínsecamente grave y que existe una grave y clara obligación para todos los católicos de oponerse a ellos mediante la objeción de conciencia», dijo el obispo.
Olmsted dijo que el actual clima político hace que la Iglesia pueda ser «fácilmente acusada de favorecer a un partido y señalar a los políticos de un determinado partido con tal enseñanza»
«Sin embargo, la Iglesia sólo está reafirmando fielmente su enseñanza perenne sobre la Eucaristía y la recepción digna de la Sagrada Comunión, que se aplica a todas las personas», dijo el obispo. En otra parte de la carta, explicó que en la recepción indigna de la Sagrada Comunión, el sacramento «se convierte en un sacrilegio».
Y añadió: «la medicina espiritual se convierte para esa persona -es espantoso decirlo- en una forma de veneno espiritual».
«Cuando no creemos realmente en Jesús, cuando no buscamos realmente conformar toda nuestra vida a Él y recibir a Jesús aún sabiendo que hemos pecado contra Él, entonces esto sólo conduce a un pecado y una traición mayores», escribió el obispo.
Confesión y comunión
Mons. Olmsted recalcó que existe una «conexión intrínseca» entre el Sacramento de la Penitencia y la Eucaristía. La exhortación apostólica de Benedicto XVI de 2007 Sacramentum caritatis advirtió contra «un enfoque superficial que pasa por alto la necesidad de estar en estado de gracia para acercarse dignamente a la comunión sacramental». La encíclica Ecclesia de Eucharistia de 2003 de San Juan Pablo II decía que la Eucaristía «presupone que la comunión ya existe, una comunión que busca consolidar y llevar a la perfección». Cualquier persona consciente de un pecado grave debe abstenerse de comulgar, indica carta de Olmsted, citando el Catecismo de la Iglesia Católica.
«Hay situaciones en las que podemos honrar a Dios más absteniéndonos de la Sagrada Comunión que satisfaciendo el deseo personal de recibirlo sacramentalmente en la comunión», dijo, relatando el caso de una madre católica que se abstuvo de la Sagrada Comunión durante varios años porque vivía en un matrimonio irregular. Sin embargo, asistía fielmente a la misa con sus hijos y participaba regularmente en la adoración eucarística.
Trento
La enseñanzas del obispo de Phoenix sigue la senda que marcó en su día el concilio de Trento, cuyo canon XI sobre la Eucaristía dispone:
Si alguno dijere, que sola la fe es preparación suficiente para recibir el sacramento de la santísima Eucaristía; sea excomulgado. Y para que no se reciba indignamente tan grande Sacramento, y por consecuencia cause muerte y condenación; establece y declara el mismo santo Concilio, que los que se sienten gravados con conciencia de pecado mortal, por contritos que se crean, deben para recibirlo, anticipar necesariamente la confesión sacramental, habiendo confesor. Y si alguno presumiere enseñar, predicar o afirmar con pertinacia lo contrario, o también defenderlo en disputas públicas, quede por el mismo caso excomulgado.