(Vatican.news) El histórico viaje del Papa a Iraq continúa bajo la figura de «peregrino y penitente», deseoso de llevar la paz y la esperanza y de pedir perdón al Cielo y a sus hermanos de toda fe por las numerosas destrucciones y crueldades perpetradas en esta querida tierra. Pocas ceremonias, casi ningún momento de convivencia, salvo los baños de multitudes debido a las estrictas normas de seguridad anti-Covid, los desplazamientos blindados, pero también en este segundo día de Francisco en el país del Golfo habrá gestos con un fuerte valor simbólico, la sonrisa y el abrazo de un pastor que ha deseado fuertemente encontrarse con este rebaño y que ahora camina tras los pasos de Abraham, «Patriarca de muchos».
Francisco y Al-Sistani
Desde el aeropuerto de Bagdad, a primera hora de la mañana, Francisco vuela a Nayaf, una antigua ciudad fundada en el año 791 d.C. por el califa Hārūn al-Rashīd, conocido como Imām Alī y que hoy es el principal centro religioso chiíta de Iraq. Una parada crucial para el Sucesor de Pedro en este lugar sagrado es el encuentro previsto hacia las 9:00 horas locales, con el Gran Ayatolá Sayyid Ali Al-Husayni Al-Sistani, líder de la comunidad chiíta iraquí y director de la hawza (el seminario religioso chiíta Duodeciman) de Nayaf. Fue él quien en 2004 apoyó el lanzamiento de elecciones libres, contribuyendo enormemente a la planificación del primer gobierno democrático del país. Pero también el que en 2014 llamó al pueblo a unirse y luchar contra la opresión y el avance del autodenominado Estado Islámico y en 2019, durante los disturbios por el descontento generado por el alto coste de la vida y la crisis política, instó a los manifestantes y a la policía a mantener la calma y a no recurrir a la violencia de ninguna manera, y luego exigió y obtuvo en poco tiempo la dimisión del ejecutivo y la reforma electoral, que han llevado a Iraq a dar los primeros pasos hacia la lenta y difícil estabilización. Este momento fue acogido por la residencia del Gran Ayatolá, que se encuentra justo en el interior de la Mezquita del Imām Alī, construida sobre la tumba de Alī, primo y yerno de Mahoma y el primer hombre que se convirtió al Islam, considerado por los chiíes el tercer lugar sagrado, después de La Meca y la Mezquita del Profeta en Medina.
Encuentro interreligioso en Ur
Otro vuelo de Nayaf a Nassiriya y luego un traslado en coche a Ur de los Caldeos llevarán al Papa a una de las ciudades sumerias más antiguas e importantes, conocida hoy como Tell al-Muqayyar, que en árabe significa «colina de la paz». Capital de un imperio, el sumerio, que a finales del tercer milenio antes de Cristo dominaba toda Mesopotamia, Ur es tradicionalmente el lugar donde nació Abraham, el «Patriarca de muchos», figura que une los destinos de judíos, cristianos y musulmanes. Fue aquí, como leemos en la Biblia, donde Abraham habló con Dios por primera vez, y luego siguió su voluntad de dejar su tierra natal y trasladarse a la tierra de Canaán, y es desde aquí que el Papa relanza su mensaje de fraternidad.
Tras las huellas de Abraham
En el encuentro interreligioso previsto para las 11.10 hora local, Francisco, tras escuchar algunos testimonios, entre ellos el de una mujer de la religión Saba Mandean y el de un hombre musulmán, pronunciará de hecho un discurso a los representantes de las comunidades presentes a los que, como a todos los componentes del país, no ha dejado de reiterar hasta ahora la invitación a permanecer juntos comprometidos y anclados en la paz, a construir un nuevo futuro hecho de unidad y amistad para superar las heridas del pasado a través de la reconciliación y la convivencia fraterna.
La celebración en el rito caldeo
Al término de este acto, el Pontífice regresará a Bagdad donde, a las 18:00 hora local, en la catedral de San José, presidirá una celebración en rito caldeo y pronunciará su homilía en italiano. Al final de la ceremonia, el saludo de Su Beatitud el Cardenal Louis Raphaël Sako, Patriarca de Babilonia de los Caldeos, siempre a su lado en este 33º viaje apostólico. La primera piedra de esta catedral fue colocada por el Patriarca Yusef VII Ghanima de los Caldeos el 14 de septiembre de 1952, día de la Exaltación de la Santa Cruz.