(InfoCatólica) El cardenal explica su pesar en una carta publicada en la web de la archidiócesis valenciana:
«El pasado domingo al entrar en la Catedral de Valencia para celebrar la Eucaristía a las doce de la mañana, la encontré medio vacía, no llegaba ni por asomo al aforo mínimo permitido, sentí una gran pena y me invadió un dolor y tristeza grande; casi me puse a llorar, tuve que contener las lágrimas; me encontré con una disminución notable de presencia de fieles, respecto al domingo último, participando o asistiendo a la Santa Misa».
Ocurre igual en otros templos:
«Y así está sucediendo, según me informan, en la mayoría de las iglesias de la diócesis. La gente tiene miedo a contagiarse y a contagiar y, como dije en otro escrito, «yo también». Ese miedo real e inducido parece ser una de las motivaciones que conducen a los fieles a abstenerse de la participación presencial en la Santa Misa dominical».
El purpurado asegura que lo que más le preocupa no son los números sino:
«Lo que más me preocupa es que los fieles católicos no se vean despojados o privados de poder participar en la Eucaristía y comulgar, y de acudir a Cristo, presente en medio nuestro, para acompañarle, adorarle y estar con Él, hablarle ante el Sagrario de todos los templos. Por eso recordé, una vez más, a los sacerdotes que tengan abiertos los templos todo el día, donde no sea imposible, con el Santísimo expuesto para visitarle, adorarle, e implorar su auxilio y su ayuda que sólo de Él nos vendrá en estos momentos difíciles que atravesamos. Por esto mismo dije a todos los sacerdotes que, al menos los domingos, multipliquen las celebraciones de la Santa Misa...»
Don Antonio se queja de las restricciones impuestas por algunos gobernantes
«Creo, sinceramente, que en las actuales circunstancias, al menos algunos gobiernos autonómicos se están pasando, y mucho, en cuanto a libertad religiosa se refiere, al rebajar de manera humillante los números permitidos para participar en los templos, en las celebraciones de la Santa Misa».
Y pide no callar:
«Aunque no sea políticamente correcto el denunciarlo, creo que ha llegado la hora en que no se puede callar por más tiempo: ¿Se puede, acaso, callar ante las limitaciones de aforos, con números incluso ridículos, a todas luces arbitrarios, injustos, irrisorios e irrazonables en algunas Comunidades Autónomas sin contar con la Iglesia? ¿No se estarán poniendo trabas a un derecho fundamental e inalienable?»
Llegando a comparar la situación actual con la de la persecución de los cristianos por el Imperio romano
«Insisto en que para los católicos es primordial participar en la Eucaristía dominical y comulgar. Lo ha sido siempre, aunque no hubiese ningún precepto de la iglesia; ya los primeros cristianos decían: «sine dominica, non possumus», sin la Eucaristía en los domingos, no podemos vivir. Y los perseguían, y los eliminaban por desobedecer leyes civiles del Gobierno del Imperio Romano porque el gobierno del Imperio consideraba aquello, es decir, las reuniones dominicales, que eran subversivas, ponían en riesgo o peligro la paz social, el orden público, y así perseguían las reuniones dominicales; pero los cristianos se mantenían fieles a su conciencia y a su Señor y continuaban celebrándolas, aunque fuesen perseguidos, llevados al martirio».