(Opus Dei/InfoCatólica) El sacerdote Javier Cremades Sanz-Pastor, de 74 años, falleció hoy 7 de enero en Madrid, tras una enfermedad pulmonar que le obligó a interrumpir una intensa labor pastoral, con una «gran capacidad de organización», como es recordado en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, de 2011, señalan fuentes de la familia.
Javier Cremades (Zaragoza, 1946), licenciado en Medicina y Cirugía y doctor en Teología, fue ordenado sacerdote del Opus Dei en 1973, y ha desarrollado su labor pastoral en Pamplona, Santiago de Compostela, Torreciudad y Madrid.
Javier Cremades aprovechó el confinamiento y el parón de su enfermedad para escribir el libro «Los planes de los Cremades: una familia amiga de san Josemaría», que alcanza las quince mil descargas.
Fue capellán de las facultades de Derecho y de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense; fundador de Caritas Universitaria; miembro del Consejo Presbiteral; director de los actos centrales de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid en 2011, rector de la iglesia del Espíritu Santo y del santuario de Torreciudad y delegado de actos públicos del Arzobispado de Madrid.
Monseñor César Franco, obispo de Segovia, que trabajó con Cremades en la Jornada Mundial de la Juventud 2011, destaca «una creatividad extraordinaria para transmitir el evangelio, fue un hombre de Dios y un sacerdote de los pies a la cabeza». Pedro Díez Antoñanzas, que sucedió a Cremades como rector del santuario de Torreciudad, señala su «afán por acercar a muchos a Dios a través de la Virgen».
Yago de la Cierva, Director ejecutivo de la JMJ 2011, le recuerda como «un hombre profundamente enamorado de Cristo» y destaca cómo en la JMJ «sacó todo el partido a su fantasía y su capacidad de involucrar a personas».
Belén Vegas, arquitecta que colaboró con él en iniciativas de evangelización, ha dicho que «es un sacerdote en el que se refleja la presencia de Cristo. Y este reflejo divino, como un imán invisible, atrae a las almas».
El afán evangelizador de Javier Cremades mostró iniciativas muy populares, como la difusión de un crucifijo como «la medicina que todo lo cura», en una caja con un prospecto destacando sus usos y ventajas. Cerca de dos millones de unidades puso en circulación el sacerdote. Tuvo también una gran aceptación la edición de un plano del Metro de Madrid, adaptado al rezo del Rosario.
Junto a su labor pastoral en la capellanía de la Complutense destaca las predicaciones de la «Novena de la Inmaculada» en los Jerónimos de Madrid que se convirtieron en momentos de conversión y de acercamiento a miles de universitarias.
Su intensa labor apostólica queda bien resumida en el punto 1 de Camino de San Josemaría
Que tu vida no sea una vida estéril. –Sé útil. –Deja poso. –Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor.
Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. –Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón.
Torreciudad
Impulsor de muchas y creativas iniciativas de apostolado, dio especial vitalidad pastoral en Torreciudad al Año Jubilar de Misericordia convocado por el Papa Francisco. Promocionó la colocación y apertura de la Puerta Santa en el atrio del templo, para que los peregrinos pudieran ganar el jubileo, y difundió sin descanso la necesidad de vivir las obras de misericordia como testimonio coherente de una existencia cristiana. Su gran amor a la Virgen María ha sido a lo largo de su vida un constante ejemplo para todos los que le han conocido.
Relación familiar con san Josemaría
El autor de «Los planes de los Cremades» recordaba que «desde que conocí a san Josemaría en 1958, vi que además de ser un padrazo, era muy buen amigo de sus amigos. Le recuerdo hablándonos de libertad: «pensad en todo como os dé la gana, haced siempre lo que os parezca mejor. Sois libérrimos».
Cremades recordaba que un día, en Roma, le dijo: «Cuando yo me muera, cuenta siempre que puedas a tus hermanos lo mucho que el Padre quería al Papa, sea el que sea. Ahora es Pablo VI. Pero a este Papa, al siguiente y a todos los que vengan detrás hay que quererles mucho y sin condiciones. ¡Díselo a tus hermanos!».
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