(Gaudium Press/NCS) «Niños brujos» que pueden tener dos años, o menos, y que son etiquetados así por la barbarie o la maldad de padres o padrastros.
Desde que en el año 2007 abrió el Hogar de Niños Madre Charles Walker, la Hna. Iyang y compañeras han cuidado a docenas de niños desamparados, tomados de las calles de Uyo, muchos de los cuales han llevado esa etiqueta.
Creencias bárbaras
Como el caso de los hermanos Uwamobong, Inimffon y su hermanito más pequeño, que fueron recogidos en el Hogar cuando Inimffon tenía solo dos años y su hermanito menos.
Para percibir como la creencia absurda es fuertemente arraigada, la religiosa cuenta que un día «su madre regresó y me dijo que ella (Inimffon) y su hermano menor eran brujos, y me pidió que los echara del convento». Por la protección de las religiosas, hoy por hoy los hermanos Uwamobong se encuentran bien y están a punto de iniciar estudios.
Pero ser calificado de ‘brujo’ allí no es cosa menor: este es portador de todo tipo de males, y debe ser alejado a toda costa.
La legislación ha caminado en el buen sentido. En el año 2003 la Ley de Derechos de los Niños incluyó como delito el someter a un niño a tortura física o emocional, o someterlo a cualquier trato inhumano o degradante. En el 2008, además, el estado de Akwa Ibom, cuya capital es Uyo, adoptó una ley que castiga con hasta 10 años de prisión a quien realize ‘perfiles de brujos’. Es claro, las costumbres no cambian solo con cambiar la ley, pero por ahí se puede comenzar.
A veces son las madrastras
A veces son las madrastras, las que movidas por animadversión contra los hijos de la antigua pareja de su marido y queriendo expulsarlos del hogar, les cuelgan el calificativo ‘brujos’.
«Por eso hay muchos niños en las calles y cuando les preguntas, te dirán que fue su madrastra quien los echó de casa», relata la Hna. Iyang.
Las fábricas de niños
Otra plaga que se está atacando en esa región es la de las ‘fabricas de niños’ para el tráfico humano, algo que parecería sacado de un guión de una película de terror.
A algunas niñas se las etiquetaba como ‘brujas’, con el objetivo específico de recluirlas para que engendraran hijos que después eran vendidos para tráfico humano.
«Se descubrieron muchas fábricas de bebés, y los bebés y sus madres se salvaron mientras los perpetradores fueron llevados ante la justicia», cuenta el P. Dominic Akpankpa, director ejecutivo del Instituto Católico de Justicia y Paz en la diócesis de Uyo.
Niños que pierden a su madre en el nacimiento
Dice la Hna. Iyang que los niños más malnutridos que reciben en el Hogar Madre Charles Walker son los que perdieron a su madre en el momento del parto.
Para estos niños, el Hogar realiza una labor de identificación parental y luego un intento de reubicación en la familia o en la comunidad. Cuando este proceso falla, se inicia un protocolo de adopción bajo la supervisión del gobierno.
Sin embargo, para estos niños, su ángel de la guarda de carne y hueso en el momento crucial, fue la Hna. Iyang y su refugio el Hogar de Niños.