(Cope) Rosario Angelo Livatino dedicó su vida al estudio de la jurisprudencia y al conocimiento profundo del fenómeno mafioso con la gran capacidad de encontrar nexos y recrear tramas, tanto que firmó importantes sentencias que lo pondrían en la mira de Cosa Nostra.
Compromiso y fe, en un hombre siempre atento a la persona y a la dimensión de la redención además de la del crimen y por tanto capaz de condenar, pero también de comprender, dando, como él mismo escribió, «a la ley un alma».
Nacido en Canicattì (Italia) y asesinado por odio a la Fe, en la carretera que va de Canicattì a Agrigento, el 21 de septiembre de 1990. De él, el Papa dijo hace un año:
«Un ejemplo no sólo para los magistrados, sino para todos los que trabajan en el campo del derecho: por la coherencia entre su fe y su compromiso de trabajo, y por la actualidad de sus reflexiones».