(AsiaNews/InfoCatólica) En los países donde la mayoría de la población es musulmana, no hay libertad de expresión y de conciencia.
Argelia es uno de los países con mayores leyes restrictivas que intenta imponer el Islam como religión oficial y absoluta.
Además de ser un país que practica el Islam, están convencidos de que su «propia interpretación, la sunita,» del islam es la «auténtica», por lo que las leyes no solo van contra los cristianos y practicantes de otras religiones, sino contra los fieles de corrientes diversas del islam.
Aunque la ley de Argelia no considera la apostasía un delito, se están llevando a cabo persecuciones religiosas por medios jurídicos.
El Estado, está persiguiendo penalmente a los musulmanes pertenecientes a otras corrientes islámicas acusándolos de adherirse a una ideología diferente y desviada respecto de la que se considera oficial y legítima en el país, la sunita.
Este no es el primero de los casos de este tipo. Existen muchos otros casos precedentes como el del líder de la corriente musulmana (ahmadi) que fue condenado en el 2017, el caso del converso cristiano Slimane Bouhafs que ahora se encuentra exiliado en Túnez y el de la activista política Amira Bouaroui, condenada por afrenta contra el Profeta, entre otros.
Los líderes de la facción sunita pertenecientes al Gobierno son los responsables de estos crímenes y de las persecuciones desatadas en el país.
Este discurso discriminatorio, solo ha enfatizado el odio y el rechazo a los grupos religiosos minoritarios.
Son frecuentes las denuncias a los jóvenes conversos por «ofender al profeta y atentar contra los preceptos o dogmas del Islam»
En Argelia la libertad de expresión y la libertad de culto se encuentran contempladas en la Constitución, pero en la realidad esta ley es pisoteada por el Gobierno.
El caso de Abdelghani Mameri, un cristiano copto que quería promover la Iglesia Ortodoxa en Argelia, es un ejemplo de la represión que existe en el país.
Mameri, fue condenado a «seis meses de cárcel y una multa de 100 mil dinares» por el tribunal de Amizour (Béjaïa).
Otro caso conocido es el de Mabrouk Bouakkaz, un joven converso que fue enviado nuevamente a juicio por «Ofensa al profeta y ataque contra los preceptos y dogmas del Islam». Aún no se sabe nada sobre el resultado. Para el pedían seis meses de prisión y 200 mil dinares de multa.
Estas reacciones del Gobierno de Argelia son comunes y se ha convertido en una dictadura residual que trata de imponer el Islam en su denominación sunita a la fuerza.
La Liga Argelina de Derechos Humanos y su indiferencia ante las persecuciones religiosas llama la atención de todo el mundo, por no hacer nada al respecto. Lo que demuestra que no existe libertad de conciencia en el país
Muchos argelinos prefieren huir del país y otros practican en las sombras sus propios cultos, incluyendo a los islamistas de otras corrientes diferentes a la sunita.