(AFP/InfoCatólica) «Debemos dejar a un lado todas las ideologías y crear un marco legal real que proteja a todos los miembros de la sociedad» , dijo el Arzobispo durante una audiencia parlamentaria. Las declaraciones del arzobispo se producen después de un fallo del Tribunal Constitucional de Letonia que dictaminó en noviembre que el término «familia» no equivale a «matrimonio». Según el Tribunal, la familia puede incluir una gama más amplia de relaciones que un simple matrimonio entre hombre y mujer
«Hay una polarización de opiniones: por un lado, se recogen firmas para autorizar los matrimonios entre personas del mismo sexo. Mientras tanto, por otro lado, hay una acción en curso contra esto, pero hay que buscar intentos de unir la sociedad, no de dividirla», dijo Mons. Stankeviss.
«Buscamos propuestas que no estén teñidas de ninguna cuestión ideológica o religiosa, no cuestionamos el concepto de familia tradicional pero estamos hablando de mecanismos para proteger estas relaciones, incluso entre personas del mismo sexo, que están fuera del control de la definición tradicional de matrimonio», dijo.
Según él, las parejas que emiten una declaración de convivir en un «hogar común», lo que también puede incluir a las viudas ancianas que viven juntas, debe recibir protección legal.
La constitución de Letonia define todavía el matrimonio como «unión entre un hombre y una mujer».
El martes, la conferencia episcopal de Letonia envió una carta al presidente Egils Levits y a la presidenta del parlamento Inara Murniece, pidiendo no cambiar la definición legal de matrimonio sino legalizar otras formas de relaciones que pueden beneficiarse de dicha protección legal.
La doctrina católica enseña otra cosa
Todos esos obispos enseñan algo contrario a la doctrina católica, tal y como fue expuesta por la Congregación para la Doctrina de la Fe en marzo del 2003. Entonces, el documento firmado por el Cardenal Joseph Ratzinger, posteriormente Papa Benedicto XVI; concluía así:
La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad.