(AsiaNews) El pasado 11 de noviembre se rechazó definitivamente el proyecto de construcción de la nueva sede del Patriarcado de Moscú en la Lavra de la Santísima Trinidad de San Sergio Posad. Hace varios años que se hablaba de este proyecto, apodado «El Vaticano Ortodoxo». La noticia fue ocultada cuidadosamente por la prensa rusa, y la negativa se atribuye a las dificultades creadas por la pandemia de Covid-19, pero lo más probable es que dependa de los malentendidos entre la presidencia de Vladimir Putin y el patriarcado de Kirill (Gundjaev).
Los planes para transferir las oficinas administrativas del patriarcado de Moscú y trasladarlas a Sergiev Posad - desmantelando y reconstruyendo la zona céntrica de la pequeña ciudad ubicada a 70 km de Moscú - se discutían abiertamente desde el 2019. El proyecto de reorganización urbana culminaría en el 2025 e incluía la ocupación de un tercio del territorio, incluyendo los edificios administrativos de la ciudad. Se estimaba que el costo de la operación ascendería a unos 140 millardos de rublos (casi un millardo y medio de euros). El protoierej Leonid Kalinin, que propuso el proyecto en nombre del patriarcado, se refería al nuevo centro espiritual como «la capital de la Ortodoxia».
A finales de agosto de 2020, el ministerio ruso de ecología comunicó que estaba a favor del proyecto, un signo de que este año los planes avanzaban, aún en medio de la difícil situación de la pandemia. Sin embargo, el 5 de noviembre se aprobó el nuevo proyecto del «Plan general para el distrito ciudadano de Sergiev Posad», en el cual no está prevista ninguna obra vinculada a edificios patriarcales antes del 2025, y se estima que para ello habrá que esperar por lo menos hasta el 2040.
No se dio a conocer el motivo oficial de la cancelación del proyecto patriarcal. Sin duda, su elevado costo no se condice con la situación crítica de las cuentas públicas a raíz de la pandemia. Algunos comentaristas se atrevieron a plantear la hipótesis de que el presidente Putin está cansado de cubrir con dinero del Estado las derrotas del patriarca Kirill en su política exterior. En los últimos dos años, el patriarca proclamó la ruptura de las relaciones con el patriarcado ecuménico de Constantinopla, a causa del reconocimiento de la Iglesia ucraniana autocéfala.
Lo cierto es que el proyecto patriarcal contemplaba 13 sedes institucionales reservadas a las distintas Iglesias ortodoxas autocéfalas, comenzando por la de Constantinopla. Estos edificios ocuparían un área de casi 13.100 metros cuadrados. Ahora, además de la sede del «primado», cuyo representante es Bartolomé (Archontonis), también rompieron relaciones con Moscú la Iglesia helénica de Atenas, presidida por el arzobispo Ieronimos (Liapis), el patriarcado de Alejandría de Egipto encabezado por Teodoros (Choreutakis), y la Iglesia de Chipre, guiada por el arzobispo Chrysostomos II (Englistriotis). Es probable que otras Iglesias también acepten reconocer al metropolitano Epifanyj (Dumenko) de Kiev. De modo que la mayoría de las sedes originalmente previstas en el proyecto de Sergiev Posad quedarían vacías.
Sin las representaciones de las otras Iglesias ortodoxas, el «papado moscovita» no tendría credibilidad alguna. Por tanto, Kirill deberá aguardar circunstancias más favorables para proclamar su primado sobre la Ortodoxia mundial, quizás con la ayuda de las vacunas rusas contra el Covid-19, que pronto serán lanzadas en el mercado internacional, siempre que Putin lo permita.