(Abc/InfoCatólica) Juan Pedro Quiñonero entrevistó a Remí Brague para Abc. Académico, historiador, filósofo, especialista reputado en filosofía medieval (musulmana, judía, cristiana), catedrático emérito en París y Múnich, es una autoridad internacional en el estudio de la cultura musulmana de todos los tiempos.
Brague advierte que el problema que sufre Francia y Europa con el terrorismo islamista se extiende a todo el mundo:
«Toda tierra no sometida al islam está amenazada. Seré más radical que usted: no es solo Europa la que está amenazada, si no el conjunto del mundo no musulmán. Y aún… incluso en países sometidos al islam desde hace siglos, siempre encontrará usted barbudos para explicar que la sociedad todavía no está suficientemente islamizada».
El islamista no sabe bien qué deparará el futuro pero no descarta que la cosa empeore:
«Todas las causas seguirán estando ahí. El asesino de Niza llegó a Francia en tanto que “refugiado”. Al igual que los padres del asesino de Conflans-Sainte-Honorine. Hace años, el Estado islámico se jactaba de aprovechar las olas de inmigrantes para introducir sus guerreros en Europa. Nosotros, sonreímos antes tal baladronada. Quizá debimos tomar en serio esa amenaza y poner más atención en quienes recibíamos…»
De hecho, indica que el problema no son solo los violentos:
«El yihadismo es el aspecto «ruidoso» y espectacular de un plan mucho más vasto: el proyecto del islam, en sus orígenes… conquistar el mundo para imponer su Ley, que su Dios dictó a su Profecta, en el Corán, en las declaraciones de Mahoma y en los ejemplos del Corán sobre su comportamiento. Esa conquista puede realizarse por medios militares, pero no necesariamente. Una infiltración discreta, paciente, metódica, como la de los Hermanos Musulmanes, es, sin duda, mucho más eficaz, a largo plazo».
Por último, da la siguiente receta para afrontar el problema:
«...me atreveré a decir, que, de manera general, lo esencial es aplicar rigurosamente las leyes en vigor. Sin necesidad de unas nuevas. A continuación, medidas policiales muy sencillas, ¡ojo, no digo fáciles!…, como expulsar a los predicadores del odio, disolver sus asociaciones, cerrar las mezquitas donde predican, cerrar sus cuentas en Facebook. A medio plazo, me parece imprescindible responder a los embusteros que dicen que «todo esto no tiene nada que ver con el islam», «ustedes hacen el juego de la extrema derecha». A más largo plazo, es urgente controlar la inmigración, no tolerar gentes en situación irregular. Todo eso supondría el comportamiento del Estado convencido de su legitimidad».