(InfoCatólica) El Papa quiere compartir «algunas reflexiones sobre el futuro de este continente, que me es particularmente querido, no sólo por los orígenes familiares, sino también por el rol central que este ha tenido y pienso que todavía debe tener –si bien con tonos diversos– en la historia de la humanidad».
El Pontífice cree que para Europa, la actual pandemia «constituye como una línea divisoria que obliga a hacer una elección: o se sigue el camino tomado en el último decenio, alentado por la tentación de la autonomía, enfrentando crecientes incomprensiones, contraposiciones y conflictos; o bien se redescubre ese camino de la fraternidad, que sin duda fue el que inspiró y animó a los Padres fundadores de la Europa moderna, a partir justamente de Robert Schuman».
Francisco habla al continente donde fraguó la Cristiandad:
«En este momento, quisiera decirle a Europa: Tú, que has sido una fragua de ideales durante siglos y ahora parece que pierdes tu impulso, no te detengas a mirar tu pasado como un álbum de recuerdos».
Y:
«Europa, ¡vuelve a encontrarte! Vuelve a descubrir tus ideales, que tienen raíces profundas. ¡Sé tú misma!»
La Europa soñada por Francisco
El Papa expresa cuáles son sus sueños respecto al futuro de Europa:
Sueño, entonces, una Europa amiga de la persona y de las personas. Una tierra donde sea respetada la dignidad de todos, donde la persona sea un valor en sí y no el objeto de un cálculo económico o una mercancía. Una tierra que cuide la vida en todas sus etapas, desde que surge invisible en el seno materno hasta su fin natural, porque ningún ser humano es dueño de la vida, sea propia o ajena...
... Sueño una Europa que sea una familia y una comunidad. Un lugar que sepa valorar las peculiaridades de todas las personas y los pueblos, sin olvidar que estos están unidos por responsabilidades comunes. Ser familia significa vivir la unidad teniendo en cuenta la diversidad, a partir de la diferencia fundamental entre hombre y mujer...
... Sueño una Europa solidaria y generosa. Un lugar acogedor y hospitalario, donde la caridad –que es la mayor virtud cristiana– venza toda forma de indiferencia y egoísmo...
... Sueño una Europa sanamente laica, donde Dios y el César sean distintos pero no contrapuestos. Una tierra abierta a la trascendencia, donde el que es creyente sea libre de profesar públicamente la fe y de proponer el propio punto de vista en la sociedad. Han terminado los tiempos de los confesionalismos, pero –se espera– también el de un cierto laicismo que cierra las puertas a los demás y sobre todo a Dios
Por último, el Papa asegura que «los cristianos tienen hoy una gran responsabilidad: como la levadura en la masa, están llamados a despertar la conciencia de Europa, para animar procesos que generen nuevos dinamismos en la sociedad. Los exhorto, pues, a comprometerse con valentía y determinación a ofrecer su colaboración en cada ámbito donde viven y trabajan».