(LSN/InfoCatólica) En una nueva entrevista concedida a The Remnant, el prelado reflexiona sobre la época de San Francisco, durante la cual el santo fue llamado por Cristo para reconstruir la Iglesia y dice:
«Hoy la Iglesia de Roma se encuentra en una situación similar de colapso espiritual, debido al letargo espiritual de la mayoría de los Pastores de la Iglesia, la excesiva absorción del Papa mismo en los asuntos temporales y su empeño por hacer renacer una aspiración universal a una fraternidad mundana y naturalista».
Mons. Schneider afirma que «el Papa Francisco presenta a san Francisco como si hubiera sido un partidario de la diversidad de religiones». Pero más bien, señala el obispo auxiliar de Astana en Kazajstán, san Francisco buscaba convertir a las personas a la única fe verdadera. El prelado recuerda que el Papa Pío XI describe al santo como un hombre que «se dedicó personalmente y ordenó a sus discípulos que se ocuparan antes que nada de la conversión de los paganos a la fe y la ley de Cristo».
En lugar de corregir el relativismo religioso que contaminó la controvertida declaración del Papa en Abu Dhabi, que afirmaba falsamente que «el pluralismo y la diversidad de religiones» era algo «querido por Dios en su sabiduría», el Papa, según el obispo Schneider, «no corrigió Abu Dhabi, sino que lo solidificó». Y lamenta la oportunidad perdida
«Habría sido de gran beneficio que Fratelli Tutti hubiera señalado la necesidad de que todos los hombres crean en Jesucristo, Dios y Hombre, para encontrar la fuente indispensable de la verdadera fraternidad y la clave para resolver los problemas de las sociedades temporales».
Extractos de la entrevista:
- La verdad que Nuestro Señor reveló, y Su Iglesia ha proclamado de manera incambiable y constante, sigue siendo válida para siempre: «El deber principal de todos los hombres es aferrarse a la religión tanto en su alcance como en su práctica, no la religión por la que puedan tener una preferencia, sino la religión que Dios manda, y que ciertas y más claras marcas muestran que es la única religión verdadera » (Papa León XIII, Encíclica Immortale Dei, 4).
- Cada católico y todos los pastores de la Iglesia, ante todo el Papa, deben arder de celo y amor por todos aquellos que, lamentablemente, son sólo nuestros hermanos según la carne y la sangre, para que nazcan de Dios en la filiación sobrenatural en Cristo, y llegar a ser verdaderamente hermanos en Cristo. Si los líderes de la Iglesia en nuestros días están contentos con la hermandad de carne y hueso, con «fratelli tutti» en carne y hueso, están descuidando el mandamiento de Dios en el Evangelio, es decir, el mandamiento de hacer discípulos de Cristo a los miembros de todas las naciones y religiones, hijos en el Unigénito Hijo de Dios, hermanos en Cristo, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a observar todas las cosas que Cristo ha mandado (ver Mt 25: 19-20). Tal celo es, para el alma cristiana, la expresión más profunda del amor al prójimo: amarlo como a uno mismo. Si tu filiación divina en Cristo representa para ti el mayor regalo de Dios concebible, que realmente lo es, entonces te falta el verdadero amor y la caridad por tu prójimo si no ardes en el deseo de comunicarle este regalo, por supuesto con delicadeza y respeto.
- La nueva encíclica agrava el naturalismo que reina hoy en la Iglesia, que se puede calificar como falta de amor a la Cruz de Cristo, a la oración, a la falta de conciencia de la gravedad del pecado y de la necesidad de reparación.
- Las similitudes y superposiciones de la idea masónica de fraternidad y la propuesta en Fratelli Tutti son sorprendentes. En esencia, el Papa Francisco presenta una fraternidad meramente terrenal y temporal de carne y hueso a nivel natural. En última instancia, es una fraternidad basada y nacida del primer Adán, y no de Cristo, el nuevo Adán.
- Cuán necesario y beneficioso hubiera sido, para toda la humanidad, que el Papa Francisco hubiera proclamado en esta, su encíclica social, lo que todos los Apóstoles, Padres de la Iglesia y Papas habían hecho, declarando a los hombres de todas las naciones y religiones esta verdad: «El mayor beneficio y felicidad es aceptar a Jesucristo, Dios y hombre, el único Salvador y creer en Él».