(Financial Review/InfoCatólica) Robert Ritcher ha asegurado que las autoridades australianas e italianas deben investigar si es cierto que, tal y como han informado diversos periódicos del país europeo, hubo un trasvase de 700.000 euros destinados a financiar un complot contra el cardenal Pell.
«En lo único en que estoy interesado es en asegurarme que se siga adecuadamente la senda del dinero. Considero que esas informaciones requieren una investigación adecuada por las autoridades fiscales para rastrear el dinero que vino a Australia», declaró Ritcher al Financial Review.
Según los medios italianos, que tienen como fuente un empleado dependiente del cardenal Becciu en su etapa como Sustituto de la Secretaría de Estado, dicho dinero se utilizó para financiar testigos y para impulsar una campaña mediática contra Pell.
Becciu lo niega
Becciu ha reaccionado negando los hechos: «Niego categóricamente haber interferido de ninguna manera en el juicio del cardenal Pell»
Enfretamiento entre Pell y Becciu
Pell y Becciu se habían enfrentado por la reforma de las finanzas del Vaticano. CNA informó en el 2015 que Becciu intentó disfrazar los préstamos en los balances del Vaticano cancelándolos contra el valor de la propiedad comprada en el barrio londinense de Chelsea, una maniobra contable prohibida por las nuevas políticas financieras aprobadas por el papa Francisco en 2014.
El supuesto intento de ocultar los préstamos fuera de los libros fue detectado por la Prefectura de Economía, entonces dirigida por Pell. Altos funcionarios de la Prefectura de Economía dijeron a la CNA que cuando Pell comenzó a exigir detalles de los préstamos, especialmente los relacionados con el banco suizo BSI, el entonces arzobispo Becciu llamó al cardenal a la Secretaría de Estado para darle una «reprimenda».
En 2016, Becciu contribuyó a detener las reformas iniciadas por el cardenal australiano. Aunque el papa Francisco le había dado a la recién creada Prefectura de Economía la autoridad de supervisión autónoma sobre las finanzas del Vaticano, Becciu interfirió cuando la prefectura planeó una auditoría externa de todos los departamentos del Vaticano, que sería llevada a cabo por la firma PriceWaterhouseCooper.
Unilateralmente, y sin permiso del papa Francisco, Becciu canceló la auditoría y anunció en una carta a todos los departamentos del Vaticano que no se llevaría a cabo.
Segun fuentes de CNA, cuando Pell desafió internamente la cancelación de la auditoría, Becciu persuadió al papa Francisco para que diera la aprobación a su decisión ex post facto. La auditoría nunca tuvo lugar.
Finalmente, el montaje político, policial y judicial en torno al cardenal australiano provocó que tuviera que abandonar su cargo en la Curia para regresar a su país a defenderse.