(Die Tagespot/InfoCatólica) Mons. Voderholzer aseguró en una entrevista con Radio Horeb, que los artículos mencionados eran una reacción a sus declaraciones críticas sobre el documento de trabajo del evento sinodal sobre el tema de la mujer en los ministerios y oficios de la Iglesia.
En dicho documento, en contra de los acuerdos previos y sin consultar a los participantes, se introdujo un texto basado en la Biblia que fue particularmente controvertido al incluir la frase «Jesús tenía discípulos. No consagró a nadie».
«Esta frase es de un nivel teológico extremadamente pobre», dijo Voderholzer, porque oculta el hecho de que la realidad sacramental, de la que forma part el sacramento del Orden, no era preciso durante el ministerio terrenal de Jesucristo, sino que pertenece al tiempo de la Iglesia. Es a través del establecimiento del círculo de los doce, doce hombres, como Jesús constituye el nuevo Israel, el nuevo Pueblo de Dios.
En sus artículos, Knop y Söding desarrollaron un principio teológico alternativo que debe entenderse como una reacción a la crítica de Voderholzer del punto central del documento de trabajo. Nombran una serie de ocho puntos que, según ellos, forman la base de una buena teología. El primero es la relación de la misma con los signos de los tiempos (espíritu de la época). Las Sagradas Escrituras solo aparecen en el séptimo lugar de dicha lista, y su presencia se reduce a su potencial de renovación. La revelación de Dios que culmina en Jesucristo está completamente ausente.
Sí hay peligro de cisma
Preguntado por el peligro de una escisión en la Iglesia, Mons. Voderholzer respondió que las demandas intensificadas y concretas del Camino sinodal van en contra de la primacía de la nueva evangelización y de la unidad de la Iglesia, que incluye la unidad en la fe y la moral.
«Por tanto», dice Voderholzer, «existe el peligro de división». Esto se aplica en particular a la ordenación sacerdotal de mujeres, que el Papa Juan Pablo II excluyó definitivamente, una doctrina que también suscriben las Iglesias orientales.
Mons. Voderholzer entiende que la necesidad de reforma dentro de la iglesia ha de venir de la comprensión del llamado de Jesús al arrepentimiento, que se aplica a cada individuo, tal y como enseña la Constitución Dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II, con el llamado a la santidad que se aplica a todos los cristianos. Una mirada a la historia de la iglesia muestra que «la verdadera renovación de la iglesia siempre vino de los santos».
El prelado exige un mayor «conocimiento de las Sagradas Escrituras, oración más fiel, obediencia a la palabra de Dios, conocimiento más profundo de la Santa Tradición de la iglesia, sobre todo entre los pastores» y «franqueza e indiferencia ante el ostracismo mediático.Como iglesia, no estamos llamados a ser la guinda del pastel de las manifestaciones del espíritu de la época, sino, a la luz de la revelación de Dios, a veces tenemos que ser la sociedad que confronta dicho espíritu»