(CNA/InfoCatólica) En una entrevista concedida CNA, el cardenal dijo que el silencio de la Iglesia sobre los abusos de los derechos humanos por parte de la dictadura comunista, incluida la detención de más de un millón de uigures en una red de campos de concentración en la provincia de Xinjiang, está dañando la capacidad de la Iglesia para desempeñar un papel en la configuración del futuro del país.
«El silencio rotundo dañará el trabajo de evangelización», dijo el cardenal. «Mañana cuando la gente se reúna para planear la nueva China, la Iglesia Católica puede no ser bienvenida».
Mientras que los cardenales Zen, Charles Muang Bo de Birmania e Ignatius Suharyo de Indonesia han denunciado repetidamente las violaciones de los derechos humanos en China, el Vaticano, incluyendo al Papa Francisco, ha guardado silencio sobre lo que los grupos de derechos humanos han calificado de genocidio y campaña de limpieza étnica contra los uigures. Todo ello mientras continúan las conversaciones diplomáticas sobre el futuro del acuerdo entre el Vaticano y China.
Falta de libertad en Hong Kong
En Hong Kong, diócesis pastoreada por el cardenal hasta 2009, el gobierno continental ha impuesto una nueva Ley de Seguridad Nacional que criminaliza las libertades civiles previamente protegidas calificándolas de de «sedición» y «colusión extranjera». Antes de la aplicación de la ley, muchos católicos, incluido el purpurado, advirtieron que podría utilizarse para silenciar a la Iglesia de Hong Kong, aunque el texto legal fue defendido por el cardenal John Tong Hon, sucesor del Zen en la diócesis, que actualmente sirve como administrador apostólico.
Desde que la ley entró en vigor el 1 de julio, destacados activistas pro-democracia y periodistas, muchos de ellos católicos, han sido arrestados.
El cardenal Zen dijo a CNA que los católicos arrestados en virtud de las disposiciones de la nueva ley, como Jimmy Lai, Agnes Chow y Martin Lee, estaban «simplemente poniendo en práctica la enseñanza social de la Iglesia».
«En este momento, la democracia significa libertad y derechos humanos, dignidad humana», dijo Zen.
El cardenal había advertido previamente que una represión de la libertad religiosa en Hong Kong por parte del gobierno del continente podría hacer que la diócesis, que ha disfrutado de una relativa libertad en comparación con las diócesis del continente desde el traspaso de poderes del Reino Unido en 1997, estaría sujeta a las mismas restricciones que los católicos del continente. «Ya estamos en esa situación», dijo Zen.
Recientemente, el cardenal Tong instruyó a las escuelas católicas y al clero a abstenerse de abordar temas políticos polémicos en las aulas y en las homilías y en su lugar «fomentar los valores correctos sobre la identidad nacional».
Tong también intervino para impedir que un grupo católico afiliado a la diócesis realizara una oración por las libertades democráticas en Hong Kong en los periódicos locales.
Zen dijo a la CNA que, aunque entendía lo delicado de la situación, «esta actitud servil me entristece mucho. Estamos perdiendo dignidad y credibilidad. Admito que en este momento es muy difícil dirigir una escuela. La forma en que la autoridad escolar del gobierno trata a los maestros es totalmente vergonzosa, humillante. Pero ya no estamos en posición de defender a los maestros».
El cardenal lamentó la división de la Iglesia, diciendo que la unidad entre todos los hongkoneses es necesaria para que haya esperanza de resistencia a la creciente represión comunista.
«La sociedad está lacerada», dijo el cardenal. «La división y el contraste está en todas partes: en las familias, en el lugar de trabajo, obviamente también entre los profesores y los padres de los estudiantes. ¿Estamos obligados a aceptar la posición del Gobierno, cuando impone una ley injusta a la comunidad?»
«¿Cómo enseñar el deber de discernir entre el bien y el mal? Seguramente no por imposición, sino por libre discusión abierta. Pero aunque nos atrevamos a hacerlo contra la voluntad del Gobierno, sin una unanimidad, o incluso sólo una fuerte mayoría [a favor], ¿cómo podemos seguir adelante?»
«Cuando llegue el día en que nuestros maestros sólo deban enseñar lo que el Gobierno les ordene, en contra de la verdad y la justicia, no tendremos más remedio que declarar públicamente que la escuela ya no podrá llamarse católica, porque ya no somos responsables de ella». declaró el purpurado
Al preguntársele si veía alguna perspectiva de mejora para la Iglesia local en las negociaciones del Vaticano con el actual gobierno comunista, Zen dijo simplemente «No».
«¿Hay alguna opción entre ayudar al Gobierno a destruir la Iglesia o resistir al Gobierno para mantener nuestra Fe?»