(Wang Yong/Bitter Winter) A medida que se acerca la fecha de renovación del acuerdo provisional entre el Vaticano y China del 2018, los sacerdotes no registrados de la diócesis católica de Yujiang, situada en la provincia suroriental de Jiangxi, sufrieron una mayor persecución. El arzobispo Claudio Maria Celli, el negociador clave del Vaticano, cree que el acuerdo debe ser renovado por uno o dos años, mientras que los objetores de conciencia católicos de Yujiang y de otras diócesis no registradas le tienen miedo al nuevo acuerdo. Temen que las exigencias para unirse a la Asociación Patriótica Católica China (APCC) –que el Partido Comunista Chino (PCCh) hace cumplir ignorando las Directrices del Vaticano del 2019, las cuales piden respetar a quienes se niegan a hacerlo por razones de conciencia– estén acompañadas de represiones aún más severas.
Un sacerdote de la diócesis de Yujiang le dijo a Bitter Winter que en solo dos semanas fue convocado tres veces por funcionarios locales, quienes le informaron que el nuevo acuerdo con el Vaticano ya no sería provisional. «Me dijeron que me prohibirían celebrar misa si me negaba a unirme», afirmó el sacerdote. «Incluso me amenazaron con castigarme de acuerdo con la Ley de Seguridad Nacional si lo hacía».
Los funcionarios también enfatizaron que las iglesias no registradas en China son ilegales, y que todos los lugares religiosos deben obedecer al Partido Comunista y operar de acuerdo con sus reglas; los que no lo hagan serán considerados un xie jiao (la cual ha sido utilizada desde la era Ming tardía) significa "enseñanzas heterodoxas", e indica a los movimientos religiosos, que el Gobierno considera peligrosos y no "precisamente" religiosos, además de hostiles al PCCh, incluidos en la lista de xie jiao. Los xie jiao están prohibidos, componen el mercado negro de la religión china y el hecho de estar activo en un xie jiao es castigado con severas penas de cárcel de acuerdo a lo establecido en el Artículo 300. Según ellos, la libertad de religión solo puede disfrutarse bajo el liderazgo del Partido Comunista, y todas las iglesias católicas en China deben ser «sinizadas».
«La renovación del acuerdo entre el Vaticano y China amenazará tanto el desarrollo de la Iglesia como el futuro de los sacerdotes», agregó el sacerdote. «El PCCh tiene como objetivo eliminar las iglesias no registradas. Los sacerdotes que se niegan a unirse a la APCC no tienen otra alternativa que regresar a sus hogares y vivir en reclusión, incapaces de cumplir con sus deberes pastorales».
Los miembros de la congregación están preocupados por el futuro del sacerdote. «Si se opone al Gobierno y se niega a unirse [a la APCC], seguramente será arrestado», le dijo un católico local a Bitter Winter. El mismo agregó que las autoridades locales habían planeado arrestar a ocho sacerdotes de la diócesis que se negaban a unirse a la APCC, amenazando con detener a los miembros de la congregación que no revelaran su paradero.
Uno de los sacerdotes huyó de su hogar en el mes de julio para evadir la persecución. Debido al equipo de vigilancia instalado en su residencia, siete funcionarios locales fueron a buscarlo media hora después de su partida. Personal especialmente asignado ahora patrulla la residencia, mostrándoles las fotografías del sacerdote a los residentes, con la esperanza de capturarlo.
El sacerdote le dijo a Bitter Winter que estaba preparado para pasar el resto de su vida en prisión o irse a su hogar a trabajar como granjero. «No puedo adorar al Partido Comunista», afirmó.
«Después de que se renueve el acuerdo entre el Vaticano y China, el PCCh será aún más despiadado con los sacerdotes rebeldes», cree otro sacerdote de la diócesis.
Un sacerdote de la ciudad de Cangzhou, en la provincia norteña de Hebei, está de acuerdo. «El nuevo acuerdo no protegerá los intereses de los católicos chinos y empeorará las persecuciones», afirmó el mismo. «Todos los cambios producidos tras el acuerdo entre el Vaticano y China han decepcionado a los católicos chinos. El PCCh está ‘sinizando’ todas las religiones, obligándolas a obedecer sus normas y a convertirse en títeres del Gobierno».
Congregaciones «desobedientes» enteras continúan siendo perseguidas y sancionadas a lo largo de toda China, y sus lugares son clausurados. El 2 de agosto, funcionarios del condado de Chongren, en la ciudad de Fuzhou de Jiangxi, allanaron la Capilla de Xiaonanmen («小 南門» 經 堂), un lugar católico establecido hace más de 30 años, y le exigieron a la congregación que quitara todos los símbolos religiosos. Luego de ello, le ordenaron al dueño de la propiedad que cerrara el lugar.
«Amenazaron con derribar la casa si la gente seguía cantando himnos aquí», recordó un miembro de la iglesia. El creyente agregó que luego de la firma del acuerdo entre el Vaticano y China del 2018, los funcionarios visitaron frecuentemente el lugar, amenazando con revocar las asignaciones por discapacidad de los dos hijos del dueño de la propiedad si hallaban sacerdotes celebrando misa en el lugar.El 21 de julio, el secretario del Comité del PCCh de Hangbu, un poblado administrado por el condado de Chongren de Fuzhou, acompañado por el jefe de una estación de policía local, se presentó en un lugar católico situado dentro de la residencia del obispo Thomas Zeng Jingmu y dispersó a la congregación en nombre de la «prevención de la epidemia.»
«El Gobierno asignó personal para mantener la residencia del obispo Zeng bajo constante vigilancia», afirmó un católico local. «No podemos cantar himnos ni celebrar misa porque se ha instalado una cámara de vigilancia en la entrada».
Ese mismo mes, varios funcionarios le exigieron al propietario de un lugar católico emplazado en el poblado de Ma’an, administrado por Chongren, que proporcionara la lista de miembros de la congregación, advirtiéndole que la iglesia era considerada ilegal ya que se rehusaba a unirse a la APCC.