(Aci/InfoCatólica) Sacconi señala que la Caritas in veritate "repropone a un mundo desorientado la necesidad de volver a partir de la persona en su integridad, en sus exigencias y en su extraordinaria potencialidad como en sus proyecciones relacionales, desde la comunidad familiar hasta la territorial".
Para el Ministro, que ha participado en el encuentro "Más allá de la ideología de la crisis. El desarrollo, la ética y el mercado en la 'Caritas in veritate'", organizado por la fundación "Magna Carta"; la encíclica "establece primero que nada un nexo necesario entre el reconocimiento del valor de la vida y el grado de vitalidad económica y social en cada sociedad. Si prevalece una visión escéptica de la vida se genera inevitablemente una menor propensión al desarrollo, no solo por las consecuencias de la baja natalidad sobre el consumo y la capacidad productiva; sino también por la incapacidad inducida por el relativismo de los valores".
Tras precisar además que este documento de Benedicto XVI "recuerda oportunamente que no todo lo que es científicamente posible es, de manera automática, éticamente aceptable", Sacconi resalta que, dado que el hombre es el centro del desarrollo, "un mercado eficiente necesita de solidaridad y confianza mutua –o cohesión social– para funcionar".
En resumen, añade Maurizio Sacconi, el mercado debe promover la "justicia distributiva para reproducir en una suerte de círculo virtuoso las razones del crecimiento". Este mercado, dice el Ministro, debe también exaltar la "libertad responsable de las personas físicas y jurídicas, la pluralidad de las formas de empresa y el rol de subsidiaridad de los cuerpos intermedios".
"La doctrina social de la Iglesia confirma así la confianza en la economía social de mercado que sabe dar valor a las personas en el trabajo, aprecia –diremos nosotros laicamente– el capital humano y de tal modo genera competitividad e inclusión social", explica.
Finalmente, el Ministro italiano de Salud, Trabajo y Políticas Sociales subraya que Caritas in veritate constata "una renovada hegemonía cultural de la Iglesia sobre las ideologías exhaustas que no han sabido prever ni prevenir esta gran crisis, y que tampoco parecen ser capaces ahora de mostrar el camino para salir de ella".