(Vatican.news) Duch (su nombre de batalla, su verdadero nombre era Kaing Guek Eav), estaba cumpliendo una cadena perpetua a la que fue condenado en el 2012 por un tribunal internacional de la ONU.
Estuvo a cargo de la prisión de Tuol Seng (identificada con el código S-21). Allí, durante el régimen de los Jemeres Rojos (1975-1979), cerca de 12.000 personas fueron asesinadas tras sufrir torturas, penurias y ejecuciones sumarias. Se calcula que cerca de dos millones de personas murieron en Camboya en nombre de la «revolución cero» impulsada por Pol Pot, el líder supremo de la organización maoísta.
Su toma de concienca de los crímenes cometidos y la petición de perdón surgieron tras un largo camino iniciado en 1996, cuando abrazó el cristianismo tras trabar amistad con un pastor protestante en una aldea cercana a Battambang. De hecho, pidió recibir el mayor de los castigos de la justicia humana por sus crímenes.
Tras escuchar los sermones del reverendo Christopher Lapel, el ex jefe de la prisión S-21 - que mantenía oculta su identidad y se hacía llamar Hang Pin – pidió el bautismo. «Cambió totalmente luego de abrazar a Cristo» contó el rev. Christopher, en una entrevista de 1999, publicada recientemente por Time. «Pasó del odio más profundo al amor. Decía que de niño y en su juventud, jamás había recibido amor. Cuando se convirtió a Cristo, el amor desbordó su corazón».