(Zenit) Tal y como indican los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa en una nota, igual que a mediados del siglo pasado esta ofrecía en sus parroquias «pan y aceite» como ayuda diaria, a causa de diferentes exigencias de la población, hoy, «proporcionar un alojamiento o vivienda para una vida digna se ha convertido en un medio para mantener viva la presencia cristiana en Tierra Santa».
La Custodia de Tierra Santa ofrece más de 582 viviendas en Jerusalén, distribuidas dentro y fuera de la Ciudad Vieja, además de 72 casas en Belén, dando en total alojamiento a unas 2.050 personas. Actualmente, han llegado a más de 700 las peticiones de vivienda, de las que al menos 250 son urgentes.
Los cristianos, «piedras vivas»
Graziella Qamar, habitante de la Ciudad Vieja de Jerusalén, indica «no nos piden ni un céntimo y no nos obligan a dejar la casa. En este edificio viven más de 20 familias, ninguna de ellas paga alquiler. La Custodia ha restaurado muchas casas. Yo estoy aquí desde 1961 y los frailes franciscanos no me han pedido pagar el alquiler. Dios bendiga a los frailes por lo que ofrecen a las personas».
De acuerdo a la citada fuente, los frailes franciscanos en Tierra Santa no se limitan a custodiar y conservar las piedras de estos lugares, sino que se ocupan también «de las piedras vivas, es decir, de los cristianos locales, y especialmente de aquellos que pasan dificultades».
Casa del Niño de Belén
Un ejemplo de este compromiso se encuentra en la Casa del Niño de Belén, fundada en 2007, que actualmente acoge a más de 24 chicos y adolescentes que se encuentran en condiciones especiales de exclusión social.
Tierra Santa cuenta con la inestimable presencia y misión de los frailes franciscanos. La misericordia, la ayuda a los pobres y a los más necesitados, así como proporcionar vivienda a las «piedras vivas» que viven en condiciones difíciles representan una ayuda concreta para mantener la presencia cristiana en la Tierra de Jesús.