(ACI) En una «carta el director» de Avvenire, Angelo Moretti, coordinador de Cáritas de la Diócesis de Benevento, escribió que «eliminar un embrión es eliminar una vida» y que «rebatir que el embrión no es una vida es en realidad un residuo ideológico que debe fracasar en debates intelectuales honestos».
«Sin embargo la ley 194 no es una ley antivida y puede ser aceptada por los católicos», agregó.
La ley 194 legalizó el aborto en Italia en 1978. Con esta norma se puede realizar un aborto por cualquier razón durante los primeros 90 días del embarazo. Luego de ese plazo puede realizarse por algunas razones con la referencia de un médico.
Varios comentaristas en Italia criticaron la decisión de Avvenire de publicar la carta. Escribiendo en el sitio católico La Nuova Bussola Quotidiana, el abogado Gianfranco Amato acusó a Moretti de usar «sofismas jesuitas engañosos». «El aborto sigue siendo un crimen nefasto y ninguna ley puede hacer justo un crimen abominable», destacó.
Marco Tarquino, director de Avvenire, defendió la publicación de la carta en una declaración para CNA. Tarquino explicó que publica diversas opiniones sobre distintos temas, incluyendo artículos que condenan las nuevas disposiciones sobre el aborto químico en Italia.
«La batalla contra el aborto es una batalla crucial», indicó.
Tarquino dijo que la carta de Moretti fue publicada junto a otra con «una perspectiva completamente diferente». «Ambos son católicos comprometidos», añadió.
«Durante días hemos estado publicando respuestas [a las nuevas disposiciones de gente externa, externa al diario, que portan su visión», dijo.
Un portavoz de la conferencia episcopal italiana declinó comentar pero destacó las declaraciones previas del episcopado sobre el fármaco abortivo RU486.
Se permite que la píldora abortiva se pueda tomar en casa sin ingresar en un hospital
Ocho de cada 10 abortos en Italia son quirúrgicos pero el debate público sobre la ley del aborto en el país se encendió nuevamente debido a la nueva normativa del ministerio de salud incrementando el acceso al aborto químico.
El fármaco RU486 fue legalizado en Italia en 2009 y en 2010 se estableció los estándares que indican que las mujeres deben ser hospitalizadas durante tres días durante su ingesta.
La nueva normativa del 12 de agosto permite que el fármaco se administre en casa o en una clínica ambulatoria, con lo que la mujer expulsa el niño abortado en casa.
También permite que el fármaco abortivo sea prescrito hasta la novena semana de embarazo, con lo que se extiende en dos semanas el término previo.
Los obispos italianos han expresado su desaprobación de los nuevos lineamientos.
En una nota editorial el 14 de agosto en Avvenire, el cardenal Angelo Bassetti, presidente del episcopado italiano, dijo que permitir que el fármaco abortivo sea administrado fuera de un establecimiento hospitalario es «una doble derrota: para la vida del niño no nacido y para la misma mujer, que es dejada más sola aún».
En su carta del 27 de agosto, Moretti afirma que «en el debate italiano de los llamados derechos civiles y, en particular en el asunto del aborto, hay siempre un sentimiento desagradable de afrontar la comparación entre la ilustración y las posiciones teológicas».
«Sobre la píldora abortiva, se necesita relanzar el diálogo con una nueva mirada a la realidad en que vivimos», indicó, agregando que «los residuos ideológicos» contaminan la efectividad del debate.
Moretti dijo en la carta que un católico «en la práctica» puede defender y promover la vida, pero «en la teoría» puede apoyar una ley que «pide que una mujer sea aceptada por un servicio público, no promueve el aborto, pero escucha y ayuda a toda mujer».
La carta concluye alentando a los católicos a no retirarse del diálogo con la sociedad sobre el aborto pero precisó que ese diálogo «no necesita volver a debatir la [ley] 194, sino que requiere cuestionar a nuestras comunidades no acogedoras».
Hace unos días la Pontificia Academia para la Vida (PAV), presidida por el Arzobispo italiano Vincenzo Paglia, se pronunció sobre los nuevos lineamientos de la ley 194.
Aunque la ley permite «la interrupción voluntaria del embarazo», también establece que el aborto no debe considerarse «un medio de control natal» y promueve «el papel de la consejería familiar».
La PAV resaltó la importancia de darle de «darle a la mujer (y la pareja) todo el apoyo posible para prevenir el aborto, superar las condiciones problemáticas, incluidas las económicas, que pueden hacer la terminación de un embarazo un evento más sufrido que elegido, como resultado de las circunstancias adversas en las que la idea de tener un hijo se convierte en algo difícil».
La pontificia academia criticó los nuevos lineamientos del aborto químico al presionar ante una acción «de importancia moral, social y emocional», más allá de la esfera privada.
«Permitir que ocurra el aborto en casa significa sacarlo, con todo lo que eso conlleva, del espectro de las relaciones sociales y de la esfera de la responsabilidad común», lamentó.