(Aica/infoCatólica) «El informe presentado por Cáritas Venezuela sobre la gestión humanitaria adelantada en este tiempo de pandemia muestra cifras que preocupan si pensamos en las problemáticas estructurales de miles de familias venezolanas, pero que a la vez impactan desde lo positivo al conocer la incidencia de esta organización comprometida con los más necesitados», dijo el arzobispo de Mérida y presidente de Cáritas cardenal Baltazar Porras Cardozo.
El cardenal Porras Cardozo explicó que pese al escenario que pronostica el deterioro de las condiciones económicas y sociales en toda la región, el trabajo de Cáritas Venezuela es alentador porque representa el fruto del fortalecimiento de los equipos comunitarios en las diferentes jurisdicciones eclesiásticas y demuestra que la vocación de atender con humanidad al prójimo es una llama viva de esperanza que no se apaga con la adversidad.
Para el prelado el número de personas atendidas y la articulación de instituciones, conforta y reitera que los mecanismos de cooperación internacional funcionan y se pueden adelantar en un ambiente de conservación de los principios y respeto a cada uno de los actores involucrados. En el caso de Venezuela, el ejercicio de la caridad con un enfoque de derechos se complementa desde la acción.
«Agradecemos a todos los que compartieron un gesto de fraternidad en estas horas; a quienes han dado pan a su hermano; a quienes han ayudado con donaciones y aportes de acuerdo a sus capacidades».
Las estadísticas
En un país con alrededor de casi 29 millones de habitantes, son 9.578.174 las personas beneficiarias directas o indirectas de los programas de asistencia humanitaria liderados por Cáritas Venezuela durante 2020. Ayuda que se manifestó en diferentes aspectos relacionados con el bienestar humano. De acuerdo con el informe otras 3.354.060 personas accedieron a servicios de salud y a 40.000 se les facilitó el acceso al agua, servicios de saneamiento e higiene.
En temas relacionados con la nutrición, 10.005 se vieron beneficiadas, 802.960 hicieron parte de los programas de seguridad alimentaria, 5.480 disfrutaron de servicios de protección y se lideraron actividades para el empoderamiento comunitario que alcanzaron a más de 3.000.000 de ciudadanos.
Dentro de las estrategias locales aparecieron iniciativas como las bicirrutas de la solidaridad, los arrieros de la esperanza y el puerto de la caridad. Proyectos que se convirtieron en vías de la solidaridad con un alcance diverso que aparece dentro del informe que profundizó en las acciones instrumentadas con la población.
El sufrimiento de la población
De acuerdo con las investigaciones de Cáritas Venezuela, entre enero y julio de 2020, los primeros diez diagnósticos de morbilidad que generaron mayor preocupación al pensar en un eventual contagio de COVID-19; incluyeron enfermedades como el parasitismo intestinal, la hipertensión arterial, los trastornos mentales y de comportamiento, la anemia, el catarro común, el síndrome viral, el dolor de espalda, la diarrea, la desnutrición y el dolor de cabeza.
Por otra parte, el informe señala que en el primer trimestre de 2020 la desnutrición aguda en menores de 5 años mostró un descenso al 8% pero en el mes de abril, luego de la declaración de emergencia sanitaria por COVID-19, Caritas detectó una desnutrición aguda moderada o severa en el 17.3% de los evaluados.
En el mes de julio, el porcentaje con déficit nutricional fue del 14.7% y el 4% de ellos mostraron desnutrición severa. Un 20% eran menores de 6 meses y el 36% de estos retrasos en su crecimiento, lo que demuestra un serio déficit en la nutrición materna durante la gestación.
Esta situación es preocupante porque el personal médico entregó informes de mujeres embarazadas que solo pesaban 40 kilos. Al respecto uno de los principales objetivos de Cáritas seguirá siendo la entrega de productos de higiene personal y complementos vitamínicos para esta población.
