(Agencias/InfoCatólica) «Anuncio hoy la renuncia de este Gobierno», ha indicado Diab en un breve mensaje a la nación televisado después de la renuncia de tres de sus ministros, en el que habló de la lucha contra los corruptos y la necesidad de tener un Ejecutivo de salvación nacional.
Diab ha asegurado que está dando «un paso atrás» para poder apoyar a la gente «y luchar la batalla por el cambio junto a ellos». «Declaro hoy la renuncia de este gobierno. Que Dios proteja al Líbano», ha dicho, repitiendo la última frase tres veces. La medida corre el riesgo de abrir el camino a negociaciones prolongadas sobre un nuevo gabinete en medio de urgentes llamados a la reforma.
Además de la gran cantidad de muertos y heridos, la deflagración de cerca de 3.000 toneladas de nitrato de amonio ha dejado sin vivienda a alrededor de 250.000 habitantes de Beirut. El suceso ha encendido la indignación de la población, que como ya ocurrió el pasado octubre se ha echado a las calles para pedir la dimisión de las autoridades del país, en protestas que han sido violentas durante los últimos dos días y que han dejado al menos un policía muerto y cientos de heridos.
La Iglesia defende el modelo que surgió en 1989
El pasado mes de junio el patriarca maronita, cardenal Boutros Bechara Rai, aseguró que el modelo político libanés, en su singularidad histórica, representa una herencia que debe ser protegida y aplicada, y no un remanente negativo del pasado del cual emanciparse.
En el Líbano, el delicado modelo institucional nacional reserva el puesto de Presidente de la República a un cristiano maronita, mientras que el papel del Primer Ministro debe asignarse estrictamente a un musulmán sunita, y el cargo de Presidente del Parlamento está reservado a un musulmán chiíta (que ha sido Nabih Berri desde hace 30 años). Los acuerdos de Taif, que sancionaron el final de la guerra civil en 1989, establecieron la paridad numérica entre los escaños parlamentarios reservados para los diputados cristianos y musulmanes.