(Fides) El obispo señala que es sintomático que se debata una ley así en el momento actual:
«En el tiempo pandémico que estamos viviendo, mientras nos cuidamos de un contagio mortal, el proyecto de ley de eutanasia y suicidio aparece por demás sombrío. Hoy, más que nunca, necesitamos en Uruguay un proyecto colectivo entusiasmante: nuestro mayor problema es la falta de población».
El país con mayor tasa de suicidios de Iberoamérica
Mons. Fuentes comprende que «aliviar el sufrimiento de las personas que, padeciendo una enfermedad terminal, sufren dolores que pueden llegar a ser insoportables, es un deseo generalizado», pero pregunta de si no es «un completo sinsentido» legalizar la eutanasia y el suicidio, «en un país que tiene el mayor número de suicidios de América Latina y uno de los mayores del mundo»
Tras recordar que los países donde se ha aprobado el suicidio asistido, el número de personas que se han quitado la vida ha aumentado esponencialmente, el prelado pregunta: «¿Queremos seguir por este camino, alentando a los suicidas en potencia? Las leyes influyen, para bien o para mal, en el conjunto del comportamiento social»
Después de poner de manifiesto el «macabro el mensaje» que recibirán con esta ley las ya pocas nuevas generaciones, Mons. Fuentes continúa:
«Dicen que, con la ley, se respetará la libertad individual de decidir cuándo acabar con la propia vida. Pero ¿no vivimos en sociedad y somos inter dependientes? Si alguien ve a una persona que intenta suicidarse, ¿no trata por todos los medios de disuadirlo?» Con la ley que se propone, la sociedad se convierte en individualista hasta el colmo, pero «se olvida que el fin no justifica los medios. La vida humana posee la mayor de las dignidades y, por lo tanto, reclama el mayor de los cuidados. Decidir cada uno por su cuenta cuándo darse muerte, ¿es un derecho humano? ¿quién lo dijo, dónde está escrito?».
Por último, Mons. Fuentes reitera que el problema más grave de Uruguay es la falta de población, como en otros países. Pero donde se han hecho planes concretos para incentivar la natalidad se ven los resultados:
«en nuestro cercano y silencioso Paraguay, que en el año 2000 tenía 5 millones y pico de habitantes, hoy son más de 7 millones y su PBI crecerá 4% en el 2021 (Banco Mundial). Y nosotros, ¿no podemos hacer nada?»
La carta abierta termina con una invitación:
«Señores legisladores: estudien el problema y trabajen por un Uruguay mejor, es lo que se espera de ustedes».