(InfoCatólica) El informe De Estambul a Córdoba: los símbolos del islamismo, publicado por el Instituto de Seguridad y Cultura y elaborado por Carlos Echeverría Jesús, profesor de Relaciones Internacionales de la UNED, aboga por «recuperar la cordura, situar las cosas en su justo lugar y abstenerse de mostrar posturas condescendientes e incluso entreguistas».
El informe arroja cinco conclusiones:
- Idealizar lo islámico más allá de reconocer un capítulo de la historia de España y de un importante legado cultural es un error, máxime en un momento en que las tendencias en el mundo musulmán avanzan en sentido contrario al de la «interculturalidad».
- El cambio de estatus de Hagia Sophia, uno de los principales símbolos del pasado esplendor del Islam, esta vez en la figura del Imperio Otomano, va a producir una suerte de efecto llamada que, como ya se está viendo, revitalizará los discursos que reivindican la Mezquita-Catedral de Córdoba como edificio religioso musulmán.
- Debates sobre la titularidad de la Mezquita-Catedral, así como de la gestión y uso del edificio alimentan a quienes buscan con fruición revertir la actual situación del edificio y que, al igual que se ha logrado con la basílica de Santa Sofía, acoja de nuevo el rezo musulmán.
- La práctica del culto doble en un espacio como el de la Mezquita-Catedral de Córdoba resulta tremendamente compleja, cuando no del todo imposible, dada la presencia de iconografía cristiana en todo el espacio y de enterramientos en el recinto. Al igual que ocurre en Hagia Sophia, supondría un peligro inasumible desde el punto de vista de conservación del monumento Patrimonio de la Humanidad.
- La transformación de Hagia Sophia en mezquita supone un torpedo directo a la línea de flotación del equilibrio interreligioso, no sólo de cara al catolicismo sino, sobre todo, en relación con la Iglesia Ortodoxa, tanto en Grecia, con lo que ello supone en términos geopolíticos respecto a Turquía, como, en menor medida, en Rusia. Un contexto en el que la Mezquita-Catedral de Córdoba se sitúa de nuevo en el centro de un debate artificial promovido por quienes quieren lograr recuperar dicho espacio para el Islam.