(AsiaNews) Hoy, luego de la oración del Ángelus, el Papa pensó «en Estambul» y dijo: «Pienso en Santa Sofía y estoy muy dolido». La frase, tan sencilla como seca, expresa el dolor de la Santa Sede, además del de ortodoxos y de gran parte del mundo occidental, por la decisión del presidente turco Recep Tayyip Erdogan: transformar la basílica de Santa Sofía en una mezquita, a partir del 24 de julio. Esta frase es la primera y la única expresión que la Santa Sede ha pronunciado a modo de juicio sobre el caso, y que hasta ahora había sido criticada por muchos debido a su silencio.
Previo a ello, Papa Francisco habló de los «cuatro tipos distintos de terreno» que se mencionan en la parábola del sembrador, narrada por Jesús en el evangelio de hoy (Mateo 13, 1-23) y de los variados «tipos» de tierra que reciben «la Palabra de Dios, … a Cristo mismo».
El primer tipo es «un camino, donde enseguida vienen las aves y se comen las semillas. Es la distracción, es un gran peligro de nuestra época. Abrumados por tanta palabrería, por tantas ideologías, por las continuas posibilidades de distraerse dentro y fuera de casa, uno puede perder el gusto del silencio, del recogimiento, del diálogo con el Señor, con el riesgo de perder la fe»
El segundo es el «terreno pedregoso»: «Es la imagen del entusiasmo momentáneo que, sin embargo, sigue siendo superficial, no asimila la Palabra de Dios. Y así, ante la primera dificultad, ante un sufrimiento, ante una aflicción de la vida, esa fe, que todavía es débil, se disuelve, de la misma manera que la semilla se seca cuando cae en medio de las piedras».
El tercero es «el terreno donde crecen arbustos espinosos. Y las espinas son el engaño de la riqueza, del éxito, de las preocupaciones mundanas… Allí, la Palabra se ahoga y no da fruto».
«Por último, podemos acogerla como la buena tierra. Y es solo ahí que la semilla penetra en la tierra y da fruto. La semilla que cae en este terreno fértil representa a aquellos que escuchan la Palabra, la acogen, la custodian en su corazón y la ponen en práctica en la vida de todos los días».
En cualquier caso, agregó, la Palabra de Dios «es una semilla fecunda y eficaz; y Dios la esparce por todas partes con generosidad, sin temor al despilfarro. ¡Así es el corazón de Dios!... Si queremos, con la gracia de Dios, podemos convertirnos en una buena tierra, arada y cultivada con cuidado, para hacer que madure la semilla de la Palabra. Esta ya está presente en nuestro corazón, pero hacer que fructifique depende de nosotros, depende del modo en que acojamos esta semilla. Muchas veces uno se distrae porque hay demasiados intereses, por las excesivas demandas, y es difícil distinguir, entre tantas voces y palabras, cuál es la voz del Señor, la única que nos hace libres». Luego, el Papa aconsejó, una vez más, leer todos los días un pequeño pasaje del Evangelio, para «habituarse» a escuchar la Palabra de Dios.
«Que la Virgen María – concluyó -, modelo perfecto de tierra buena y fértil, nos ayude, con su oración, a volvernos terreno disponible, sin espinas ni piedras, para que podamos dar buenos frutos, para nosotros y para nuestros hermanos».
Luego de la oración a María, Francisco recordó que hoy, segundo domingo de julio, se conmemora el Día Internacional del Mar. «Dirijo un afectuoso saludo a todos aquellos que trabajan en el mar – dijo -, especialmente a los que están lejos de sus seres queridos y de su país. Saludos asimismo a todos los que vinieron esta mañana al puerto de Civitavecchia-Tarquinia para la celebración eucarística».
Para la ocasión, el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral hoy difundió un mensaje y una oración.