(GaudiumPress/InfoCatólica) Michel Thooris nos presenta un muy interesante análisis, en su artículo editorial publicado por el Boulevard Voltaire, donde utiliza la figura de la virtuosa Santa Josefina Bakhita, para evidenciar los prejuicios hacia la Iglesia, que se vuelven a hacer presentes con las protestas por la muerte de George Floyd, joven de color en Minnesota.
A lo largo y ancho de los EE.UU. en estos momentos hay un sin fin de pedestales sin estatuas, pues estas, han sido destrozadas por el vandalismo de los afectos a dichas protestas. A todo esto, Thooris plantea una serie de preguntas como: «¿A quién se podría colocar ahora ahí, según la mente de estos nuevos iconoclastas?, ¿Por qué no exaltar en esos pedestales vacíos ahora a un esclavo? Mejor un esclavo negro, evidentemente. ¿Y si fuera una mujer? Muchísimo mejor». Y a las que en sabio razonamiento él mismo responde: «¡Eureka! pues esa es justamente Santa Josefina Bakhita: esclava, negra y mujer. Pero no, su figura no parece encajar con lo que desean los Black Lives Matter, o BLMs, como se les llama hoy».
Luego nos pasea por una breve historia de lo que fue la vida de Bakhita, apodada así irónicamente por uno de sus carceleros, a lo que recuerda Thooris, «fue capturada en una aldea de Darfur por comerciantes de esclavos africanos a la edad de 7 años, fue vendida como esclava a un rico jefe árabe que la regaló como un juguete a sus sádicos hijos. Comprada por un turco, es golpeada todos los días. Finalmente, liberada a los 14 años por el cónsul italiano en Jartum, cura sus heridas con las Hijas de la Caridad en Canossia, Italia. Luego se convirtió en monja y se ocupó con inconmensurable devoción de los miles de niños huérfanos acogidos por el Instituto de las Hermanas en Schio, Italia. Tocadas, estas publican su historia, Storia meravigliosa (Maravillosa historia) (El peregrino)».
Para la iglesia Bakhita ya está en el cielo y es «santa». Incluso hay una iglesia dedicada a Santa Bakhita en Touraine.
Habla también Michel Thooris de cómo la historia de esta santa, no cuadra con esta retórica binaria BLMs, porque a ella la hicieron prisionera, comerciantes de esclavos africanos, no un grupo de blancos opresores, sin embargo, fue rescatada por católicos italianos para luego ser santificada por la Iglesia Católica.
Recordemos que Santa Bakhita, entre otras cosas es reconocida por ser intercesora para pedir el fin de la esclavitud actual. Y como diría Thooris «la esclavitud no es patrimonio de los siglos que nos antecedieron de dominación blanca, sino que sigue muy viva, bajo nuevas modalidades como por ejemplo la trata de blancas, que son realmente de todos los colores».
Santa Josefina Bakhita no será exaltada por los BLMs
«Apostamos a que las modestas estatuas de Santa Bakhita permanecerán confinadas durante mucho tiempo en los santuarios donde fueron erigidas (se conocen tres: en Ontario, en Manila, en Chicago), porque no es suficiente ser negro y esclavo para ganar los votos y ser llevado en triunfo», declara Thooris. Su figura no encaja, no cuadra con «ese racismo autoritario de más allá del Atlántico que nos invade hoy y que prohibe moralmente a un negro ser policía o a una Bakhita ser santa como prohibía en otras épocas a Rosa Parks sentarse en un bus», sentencia el autor francés. Es decir, para esa línea verdaderamente racista, Santa Bakhita, aunque esclava, mujer y negra, es de segunda o de tercera clase, no de primera.