(Avan) La celebración tuvo lugar en la capilla de la Casa General de la congregación, ubicada en la calle Madre Teresa Jornet, 1, de Valencia, a puerta cerrada, por lo que «sólo participaron la comunidad religiosa, los celebrantes y las profesas», según han confirmado desde la congregación religiosa. Estuvo concelebrada «por los capellanes de la Casa General, los sacerdotes Ramón Fita y Gil Herrero».
Por precaución ante la crisis sanitaria, «no estuvieron presentes los ancianos, ni tampoco los familiares de las profesas, y se cumplieron todas las medidas sanitarias, como el distanciamiento, con los sitios marcados en los bancos, y el uso de mascarillas».
Las trece jóvenes que profesaron los votos perpetuos, con edades comprendidas entre los 25 y 30 años, son sor Guicela, sor Merly, sor María Lires, sor Jacinta, sor Bertha, sor Yeny y sor Rosa Bertha de Perú; sor Lourdes y sor Graciela de México; sor Mariana y sor Heidy Paola de Colombia, sor Dirce Andrea de Bolivia y sor Fabiana Nayara de Brasil.
La profesión de votos perpetuos, que tuvo que ser aplazada con motivo de la pandemia del coronavirus, se ha realizado este año «únicamente en Valencia, donde las profesas han realizado su último año de formación antes de los votos perpetuos; y no en las provincias religiosas de sus países de origen, como se hace habitualmente para que los familiares puedan asistir».
Como parte del rito de profesión, en el transcurso de la Eucaristía se llama a las profesas, quienes solicitan a Dios y a la Iglesia «servir a Jesucristo esposo de las vírgenes y, por su amor, a los ancianos desamparados». Tras la liturgia de la Palabra y la homilía, se pregunta a las profesas si quieren ser consagradas y posteriormente se rezan las letanías, que las jóvenes profesas escuchan postradas.
Finalizadas las letanías, cada joven «se acerca a la Madre Superiora y lee la fórmula de profesión, escrita de su propia mano», después de lo cual firma en el altar el documento. Terminada la profesión, las religiosas «se ponen de rodillas y el celebrante les impone la bendición solemne». Posteriormente, reciben las coronas, «símbolo de la unión con Jesucristo en el amor y en el sacrificio», tras lo cual la Superiora declara solemnemente que las nuevas profesas forman ya parte de la congregación.
En la actualidad, las Hermanitas de los Ancianos Desamparados cuentan con 2.200 religiosas, atienden a más de 20.000 ancianos sin recursos en 204 asilos y residencias en Europa, Iberoamérica, África y en Asia. La congregación fue fundada en 1872 por el sacerdote Saturnino López Novoa y por la maestra, y a partir de entonces religiosa de la congregación, santa Teresa de Jesús Jornet, canonizada en 1973 por Pablo VI, que abrieron su primer centro en Valencia, donde también se encuentra su Casa General.