(Fides) Mons. Giampietro Dal Toso, Arzobispo y Presidente de las Obras Misionales Pontificias y Secretario Adjunto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, ha comentado la promulgación del Decreto de la Congregación para las Causas de los Santos sobre Pauline Jaricot.
«Es un momento de gran alegría para las Obras Misionales Pontificias de todo el mundo. Estamos extremadamente felices porque la Congregación para las Causas de los Santos ha dado a conocer el reconocimiento del milagro atribuido a Pauline Jaricot, laica francesa, fundadora de la Obra Pontificia para la Propagación de la Fe, la primera de las Obras Misionales Pontificias. Este es un paso muy importante: significa que su compromiso con la misión, hecho de oración y caridad, habla y sigue siendo significativo hoy para la Iglesia universal»
El 26 de mayo, el Santo Padre Francisco autorizó al Cardenal Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, a promulgar el Decreto sobre el milagro atribuido a la intercesión de la Venerable Sierva de Dios Pauline Maria Jaricot, Fundadora de las Obras del Consejo de la Propagación de la fe y del Rosario viviente, quién nació el 22 de julio de 1799 en Lyon (Francia) y falleció en el mismo lugar el 9 de enero de 1862.
Paoline Maria Jaricot, vivió en Lyon en un período de grandes agitaciones políticas y culturales; en 1822 fundó la Asociación de Propagación de la Fe, con la característica de la universalidad. Sintió que el problema de la cooperación misionera no era ayudar a esta o aquella misión, sino a todas, sin distinción. Gracias a ella comenzó ese gran movimiento de cooperación misionera que iba a involucrar gradualmente a toda la Iglesia. Apasionada por la difusión del Reino de Dios, estaba firmemente convencida de que la eficacia de la obra misional no derivaba de los recursos humanos, sino exclusivamente de Dios. En 1826 fundó el movimiento del Rosario Viviente: grupos de personas a quienes cada mes, después de una Eucaristía, se les encomendaba un Misterio del Rosario que tenían que rezar por las misiones. Durante su vida no le faltaron cruces, pasó el último período de su vida en la pobreza absoluta. Fue declarada Venerable por Juan XXIII el 25 de febrero de 1963.