(Cath.ch/InfoCatólica) En Chiesa e omosessualità, Un'inchiesta alla luce dela magistero di papa Francesco (Iglesia y homosexualidad, una investigación a la luz del magisterio del Papa Francisco), publicado el 22 de mayo por Ediciones San Paolo, el director del periódico católico L'Avvenire, Luciano Moia, interroga a muchos especialistas sobre la cuestión de la homosexualidad desde el punto de vista de la Iglesia, así como a muchos católicos homosexuales. En el prefacio del libro el periodista pide al cardenal Zuppi que aclare el mensaje que el Papa Francisco lleva sobre este tema.
Según el cardenal Zuppi, la invitación hecha por el Papa en su exhortación Amoris Laetitia (2016) a respetar y acoger a las personas homosexuales «se dirige a todos, no sólo a las personas homosexuales. Su enfoque no consiste en relativizar la Ley de Dios, sino en hacerla relativa a la persona concreta, con su especificidad».
El Papa simplemente quiere que todos puedan conocer la «plenitud de Dios [...], esa posible plenitud inscrita en su propia naturaleza y especialmente en su propia historia», dijo el arzobispo Zuppi. «Y la plenitud de la voluntad de Dios para una persona no es la misma para otras», explica.
La diversidad de cada persona, un regalo para las comunidades cristianas
El papa Francisco, cree el cardenal, señaló un descuido dentro de las comunidades cristianas, el de la falta de «una escucha profunda de la persona en sus situaciones de vida». Es necesario empezar a mirar a las personas, incluidos los homosexuales, como Dios los mira, para que también ellos empiecen a «sentirse [...] miembros de la comunidad eclesial, en camino».
«No es necesario, por lo tanto, tener una pastoral específica para los homosexuales», escribe el cardenal Zuppi. Por el contrario, es necesario promover de manera más general una mirada específica sobre las personas, porque «la diversidad de cada persona es un regalo para la riqueza de la comunidad».
Ante estas preocupaciones, el purpurado se pregunta: «¿Cuáles son los riesgos de integrar a todos -incluidos los homosexuales- en la pastoral ordinaria?» Según él, la caridad de Dios en la comunidad requiere aceptar ser puesto a prueba por los conflictos que los casos personales pueden generar, sin importar la orientación sexual o los antecedentes familiares.
La Iglesia distingue entre la orientación homosexual y los actos homosexuales
«La doctrina de la Iglesia distingue entre la orientación y los actos; lo que no podemos 'aceptar' es el pecado expresado por un acto», dice el Arzobispo de Bolonia. Pero la orientación sexual, dice, - que nadie «elige» - no es necesariamente un acto, y no justifica ser desterrado de la comunidad.
«Y aunque una persona lleve un estilo de vida contrario a la ley de Dios, ¿no deberíamos aceptarlo?», pregunta el cardenal italiano. Tomando el ejemplo de dos casos famosos de pecadores a los que se acercó Cristo, dijo que «si Jesús hubiera tenido este criterio, antes de entrar en la casa de Zaqueo, habría exigido su conversión. Antes de acompañar a la mujer samaritana a la adoración de Dios en Espíritu y Verdad, le habría pedido que regularizara su situación matrimonial».
«No obstante, es necesaria e incluso deseable una cierta discriminación», subraya el cardenal Zuppi, cuando pone de relieve las diferencias de cada persona y, por tanto, su propia identidad. «Pero nunca debemos olvidar que toda diferencia es abrazada por el amor de Dios que no discrimina», concluye.