(SIC Agencia) Los Obispos venezolanos, junto a las Organizaciones eclesiales que velan por el bienestar de los pueblos indígenas, a saber: el Departamento de Misiones del Secretariado Permanente del Episcopado Venezolano; el Consejo Misionero Nacional, la Red Eclesiástica Panamazónica de Venezuela, las Obras Misionales Pontificias en Venezuela; la Conferencia Venezolana de Religiosos y Religiosas y el Consejo Nacional de Laicos de Venezuela, se solidarizan con la voz de las comunidades indígenas expresadas en su «Documento sobre la situación del COVID-19», del pasado 12 de mayo, en el que hacen suyos «sus clamores, dolores y angustias». Encabeza este comunicado una frase del Papa Francisco de Querida Amazonía, en que se lee:
«Sueño con una Amazonía que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida».
Solidaridad con las comunidades indígenas
Tras afirmar que también en las poblaciones indígenas sienten el impacto que el COVID-19 y la cuarentena social están teniendo en Venezuela, se destaca que «esta situación sanitaria viene a profundizar el grave deterioro de las condiciones de vida de los pueblos indígenas en general y de los amazónicos en particular, producto de la sistemática exclusión de sus derechos a los bienes y servicios necesarios para una vida digna». También se afirma que al aislamiento de su situación geográfica, se agrega «el profundo deterioro de los hábitats indígenas como consecuencia del modelo extractivista, que bajo todas sus formas de explotación, parece decidido a destruir los territorios ancestrales de los pueblos originarios, cuyo daño es ya muy grande, en principio para los indígenas, pero también para toda la población venezolana en su conjunto».
Hipotecando el futuro de la nación
Después de poner de manifiesto que los territorios y entornos culturales, que están amparados por la Constitución Nacional y por acuerdos internacionales, los Obispos escriben que «se está poniendo en peligro la vida de estos pueblos e hipotecando el futuro de la nación». Y en este contexto escriben:
«La incertidumbre que genera la pandemia se suma a la situación de abandono de los pueblos indígenas y al nefasto influjo de la explotación minera, con las consecuencias de evidentes peligros para el futuro de estos pueblos, según consta en lo dicho por los mismos indígenas, los Obispos y organizaciones misioneras presentes en la zona».
Plan de atención para los pueblos indígenas
Ante esta situación, los Obispos exigen «en nombre del Dios de la Vida, Padre de Jesucristo y Creador de todo cuanto existe», que se detenga esta barbarie, y se realice ante la pandemia un plan de atención para los pueblos indígenas, so pena de ser partícipes de este genocidio en desarrollo.
«Es necesario pensar como asistir a las comunidades indígenas en el caso de un confinamiento prolongado y en la etapa de post pandemia».
Afirman asimismo que «es prioritario adelantar planes de vacunación masiva para las enfermedades endémicas ya presentes en sus regiones». A la vez que escriben que el Estado «debe ofrecer apoyo económico y alimenticio a las familias indígenas reducidas a la miseria y al hambre». Por otra parte, declaran que se hace «impostergable dotar a los centros de salud de lo necesario para garantizar la lucha contra otras enfermedades típicas de la región».
Trabajo silencioso y heroico de misioneros y misioneras
Finalmente, reconocen «el trabajo silencioso y heroico de tantos misioneros y misioneras quienes enfrentando dificultades inmensas, en medio de tantos sufrimientos y corriendo la misma suerte de nuestros hermanos indígenas, hacen presente el amor misericordioso de Dios que alimenta, cura, consuela y restablece la dignidad humana».
«Y a nuestros hermanos indígenas una vez más les recordamos que no están solos, sus anhelos y pesares son también los de la Iglesia».
Los Prelados concluyen encomendándose a la maternal protección de la Virgen Santísima de Coromoto, «la Bella Señora, que quiso mostrar a nuestros pueblos indígenas el camino de la fe en Jesucristo, quien no abandonará a nuestros pueblos originarios en sus esfuerzos por una vida digna y merecedora de ser vivida».
Vatican News.