(ECCLESIA) «Necesitamos otro virus, el virus de la solidaridad y la caridad, para comprender que el hombre no vive solo». Lo ha dicho el cardenal Jean-Claude Hollerich, el presidente de la Comece (Comisión de Conferencias Episcopales Europeas), en una entrevista con ocasión del Día de Europa. Precisamente, se encuentra en Schengen, donde en 1985 se firmó el acuerdo que abrió las fronteras de Europa.
Hollerich ha dicho que «hemos tomado conciencia una vez más de la fragilidad del ser humano, de la fragilidad de nuestras sociedades». Ante ello, destaca que existen 2 reacciones posibles. Una la de «encerrarse en sí mismos, tener miedo y cerrar nuestras sociedades». La otra, la solidaridad. «Necesitamos de los demás para realizar nuestra humanidad, para realizar la llamada que Dios nos hace», ha asegurado. El representante de los obispos europeos ha insistido en que «la idea de Europa no puede ser pensada sin solidaridad, sin paz».
La solidaridad no debe circunscribirse solo a Europa, sino también fuera de sus fronteras. «Tenemos problemas con las fronteras: fronteras de Europa y fronteras de la Unión Europea con otros países. Hay gente que muere en las fronteras de la Unión Europea y no podemos tolerar eso», ha expresado Hollerich.
Y, aunque hay muchas reivindicaciones, también hay un gran espacio para la gratitud en este Día de Europa. «porque gracias a la Unión Europea hemos tenido paz. Fue el 75 aniversario de la derrota del régimen nazi: hemos hecho de todos modos un gran progreso. Pero debemos mantener este espíritu, y para ello debemos volver al espíritu de los Padres Fundadores. Pienso en Schuman, pienso en Adenauer, pienso en De Gasperi, que fueron hombres dispuestos a la reconciliación», ha explicado.