(Portaluz/InfoCatólica) La consagración se realizará el viernes 1 de mayo, a las 21 horas, en la basílica de Santa María del Fonte, en la localidad de Caravaggio, diócesis de Cremona, provincia de Bérgamo, que es una de las más afectadas de todo el mundo, no solo de Italia, por la pandemia.
El cardenal Bassetti, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, ha reconocido que la decisión de realizar este «acto de consagración a María nace del corazón del pueblo». En las cartas que él recibió las personas preguntaban: «¿Por qué no consagrar al Inmaculado Corazón de María nuestra nación, a la gente que sufre esta epidemia, a todos los que trabajan en los hospitales, a quienes tienen que cuidar de sus vecinos?»
Bassetti comentó que es tarea de los pastores guiar a sus rebaños, «pero a menudo es el pueblo cristiano el que conduce a los pastores, como ha sucedido en este caso».
El primero de mayo fue elegido para este importante acto porque es el primer día del mes tradicionalmente dedicado a María, escriben los obispos en una declaración conjunta este 20 de abril. Señalaron que el 1 de mayo es también la fiesta de San José Obrero y una oportunidad para rezar por los trabajadores que están preocupados y temerosos por el futuro.
«La Iglesia confía a Nuestra Señora los enfermos, los trabajadores de la salud, los médicos, las familias y los difuntos», dicen los obispos y añaden que la oración se realiza en la Basílica Santa María del Fonte en Caravaggio, Italia, porque está rodeada del «sufrimiento y el dolor experimentado en una tierra severamente probada por la emergencia sanitaria».
El Santuario de Nuestra Señora de Caravaggio fue construido en el lugar de una aparición mariana del siglo XV.
La Santísima Virgen María se le apareció a una joven campesina, Giannetta Varoli, en un campo de heno en las afueras de la ciudad de Caravaggio el 26 de mayo de 1432.
En su mensaje, la Virgen instó a la penitencia por el pecado, incluyendo el ayuno de los viernes. La aparición se llama también Nuestra Señora de la Fuente, porque un manantial de agua apareció debajo de la piedra donde la Virgen estaba de pie y en la que dejó una huella de sus pies.
Ese mismo año, se construyó el primer pequeño santuario en el lugar. Más de 100 años después, en 1575, San Carlos Borromeo, entonces obispo de Milán, contrató a un arquitecto para comenzar el largo proceso de expansión del santuario hasta lo que es hoy.