(UH/InfoCatólica) «Estamos en conversación con las autoridades nacionales para abrir los templos y en grupos reducidos, con las precauciones sanitarias, tanto personal como ambiental, poder celebrar los sacramentos. Sin duda, será una gran oferta de sanación para muchísimos cristianos», expresó en su prédica, el domingo último, en el Día de la Divina Misericordia.
Esta prolongada cuarentena que obliga el aislamiento y distanciamiento social acrecienta el sentimiento de angustia y el temor en la gente ante el contagio latente.
«El domingo de la misericordia toca profundamente nuestras vidas en esta pandemia. Nos ocultamos detrás de una tela, con desconfianza, previniéndonos del contagio que podría venir del que está a mi lado. La desconfianza ha dominado nuestras relaciones sociales. En el hogar, los padres podrían estar desconfiando de los hijos y viceversa», apuntó Valenzuela al justificar la necesidad de los fieles de recibir los sacramentos.
«Más que nunca, la Iglesia necesita recuperar la experiencia de comunidad. No podemos vivir de Eucaristías virtuales. La Iglesia tiene tanta fuerza para sanar como los médicos, estos sanan el cuerpo, pero no basta», sostuvo en un tono casi desafiante a la medida aplicada para prevenir la diseminación de COVID-19.
Anteayer, en la parroquia Virgen del Carmen, el padre Ángel Arévalo ofició Misa en presencia de casi un centenar de fieles que lograron entrar al templo tras la procesión. La Fiscalía lo investiga por transgredir el decreto presidencial de aislamiento total.
Mientras, Mons. Valenzuela se posicionaba ante la prolongada cuarentena: «Se impone cuanto antes salir de estas largas cuarentenas, por supuesto, con todos los cuidados sanitarios correspondientes, tanto a nivel de los templos que deben ser abiertos, como de las personas y grupos reducidos participando de las celebraciones», afirmó.