(InfoCatólica) La asociación para la promoción de la liturgia tradicional en la Iglesia latina, Paix liturgique, ha entrevistado al cardenal Willem Jacobus Eijk, arzobispo de Utrecht, Holanda, con respecto a las perspectivas futuras de la Iglesia en ese país profundamente secularizado.
Con la parresía que le caracteriza, el cardenal ha realizado un valiente diagnóstico y un esperanzador futuro, esperanzador por estar enraizado en la Cruz: catecismo holandés, «creatividad litúrgica», teólogos disidentes hasta el anticatolicismo, hiperindividualismo. Y también, Esperanza
En primer lugar, cuando celebramos la Eucaristía, el Señor viene a nosotros bajo las especies del pan y del vino, y cuando recibimos la comunión, le recibimos a Él personalmente, independientemente de que haya poca o mucha gente tomando parte en la celebración. Esta es una fuente de gran y profunda alegría espiritual interior y nada ni nadie, ni incluso la secularización, puede quitarnos. Y no es una alegría egoísta, siempre que los que la reciban tengan el firme propósito de promover la fe en Cristo tanto como sea posible.
En segundo lugar, la cultura individualista actual no es eterna: tendrá que dar paso a otra diferente, una que podría ser más abierta a la fe cristiana.
Paix Liturgique: Eminencia, en los tiempos del Concilio, la Iglesia en Holanda estuvo al frente del movimiento revolucionario (el catecismo holandés, iniciativas litúrgicas disparatadas, el «magisterio» del teólogo dominico Edward Schillebeeckx). El Papa Juan Pablo II trató de combatir esto. Mirando atrás, ¿cómo ve estos momentos?
Cardenal Willem Jacobus Eijk: Después del Concilio Vaticano II mucha gente en Holanda fue demasiado rápido. La gente pensaba, entre otras cosas, que el celibato sacerdotal pronto sería abolido, y muchos sacerdotes tomaron la delantera. Cuando resultó que esto no iba a ocurrir, muchos renunciaron. En el famoso Concilio Pastoral celebrado en Noordwijkerhout (1968-1970) cualquiera podía unirse a la discusión sobre el futuro de la Iglesia holandesa, lo que condujo al caos. Hubo muchos experimentos litúrgicos, con el objeto de conseguir que los jóvenes siguieran yendo a las iglesias. Todo ha sido en vano, porque la gente joven no viene a la iglesia a escuchar la guitarra; vienen por Cristo. Si quieren escuchar a alguien tocando la guitarra, prefieren ir a un concierto.
La Iglesia en Holanda finalmente se polarizó en esta dirección. El Papa Juan Pablo II estaba muy preocupado por esta situación e inició una asamblea especial del Sínodo de los obispos, junto con los obispos holandeses, en Roma. Esto ocurrió en 1980 y fue el punto de arranque de un largo viaje hacia la normalización.
El Papa Juan Pablo II conocía personalmente Holanda: siendo estudiante en el Angelicum en Roma, ya la había visitado en 1947. Tenemos una carta suya en la que escribió su admiración por la poderosa organización de la Iglesia holandesa. Sin embargo, se dio cuenta de la falta de espiritualidad, de una fe vivida y de una vida de oración personal entre los católicos holandeses.
PL: Todo el mundo occidental se ha visto sacudido por una crisis de secularización. ¿Cómo explica esta descristianización?
Cardenal Eijk: Los primeros signos del declive de la Iglesia católica en Holanda aparecieron inmediatamente después de la última guerra. La Iglesia católica aquí era una organización basada más en las relaciones sociales que en el contenido de la fe compartida por sus miembros. Esto también fue así en otros países europeos occidentales, pero quizás en menor grado. Muchos creyentes no tenían los suficientes lazos personales de unión con Cristo. De hecho, la vida semi-eclesiástica, organizada en torno a la Iglesia (especialmente las escuelas católicas y los clubs deportivos y de scouts católicos) constituían a menudo el único vínculo que los católicos tenían con la Iglesia - un vínculo social.
Esto es lo que ha desaparecido. Y esa es precisamente la razón por la cual la Iglesia no pudo resistir el auge de la cultura individualista de los años 60, que redujo la fuerte cohesión mutua que había existido hasta entonces en la sociedad holandesa, y que incluso desapareció completamente en algunos lugares. El individualismo que prevaleció desde entonces ha sido la causa directa del rápido crecimiento de la prosperidad en los años 60, que permitió a la gente vivir mayormente independientes unos de otros. Ésta se ha convertido en una cultura hiperindividualista debido a la introducción de los medios de comunicación sociales alrededor de 2005.
PL: Esta descristianización es muy visible en las comunidades protestantes. Holanda ha sufrido una fuerte influencia protestante en los últimos siglos, pero estudios recientes muestran que sólo el 17% de la gente se declara perteneciente a una comunidad protestante, principalmente a la Iglesia Protestante Holandesa. ¿Cómo ve la situación de las comunidades protestantes en Holanda actualmente?
Cardenal Eijk: Las comunidades protestantes en Holanda han sufrido un declive considerable en las décadas recientes. La Iglesia Reformada Holandesa perdió casi toda su élite y los trabajadores en el último cuarto del s. XIX, y después siguió vaciándose paulatinamente después de la I Guerra Mundial. Sólo las denominaciones protestantes muy ortodoxas se estabilizaron o incluso incrementaron su número de fieles ligeramente. Esto es una prueba de que la ortodoxia es el futuro. Las religiones que se adaptan a la cultura y al tiempo presente se pierden ellas mismas y pierden a sus seguidores después.
Esto también es así para la Iglesia católica romana: las parroquias con un fuerte sentido de identidad y una liturgia dominical digna son las que más atraen a los fieles. Vemos familias allí, la gente joven las buscan. El número de creyentes está ciertamente decreciendo, pero aquellos que eligen serlo hoy son normalmente creyentes activos que se unen a las celebraciones religiosas.
PL: Mientras el protestantismo decae, los católicos se han convertido en la mayor comunidad religiosa del país (21%). ¿Cómo ve la situación de la Iglesia en su diócesis y en su país?
Cardenal Eijk: La situación es preocupante. En la segunda mitad de los años 60, toda una generación de jóvenes decidió dejar de ir a la iglesia. Estos jóvenes, ahora ya abuelos, ha pasado poca fe a sus hijos, o ninguna en absoluto. Y ahora estamos tratando con sus nietos, que generalmente no saben nada sobre la fe cristiana y muy a menudo no están ni siquiera bautizados. En 2002, menos de la mitad de los holandeses, 43%, declaraban que pertenecía a una iglesia. Este porcentaje, más tarde, bajó 12 puntos en 14 años; en 2016, sólo el 31% todavía se consideraban miembros de una iglesia. Este desarrollo refleja la velocidad de la secularización en Holanda. Esto, por supuesto, tiene un impacto en el número de holandeses registrados como católicos: había 5.106.000 en el año 2000, pero podemos observar que el número aún está bajando. En 2015, hubo una reducción del 24% con respecto al año 2000: 3,882.000 católicos entre una población que subió de 15.864.000 a más de 16.500.000 en el mismo período. El número de católicos que asisten a misa cada domingo ha caído de 385.675 en 2003 a 186.700 en 2015: esto supone una bajada del 52% en 12 años.
Cientos de iglesias se han cerrado ya y esta tendencia va a continuar. Tenemos que ser realistas en este asunto. Mientras que el número de católicos practicantes en los países europeos occidentales siga disminuyendo, y el número de voluntarios y de recursos financieros se reduzcan debido a esta circunstancia, es inevitable que un gran número de iglesias cierren, por muy doloroso que esto sea.
PL: ¿Ve algún signo de renacimiento en este panorama general tan negativo?
Cardenal Eijk: Es todavía pronto para hablar de renacimiento, pero hay signos de esperanza. En primer lugar, cuando celebramos la Eucaristía, el Señor viene a nosotros bajo las especies del pan y del vino, y cuando recibimos la comunión, le recibimos a Él personalmente, independientemente de que haya poca o mucha gente tomando parte en la celebración. Esta es una fuente de gran y profunda alegría espiritual interior y nada ni nadie, ni incluso la secularización, puede quitarnos. Y no es una alegría egoísta, siempre que los que la reciban tengan el firme propósito de promover la fe en Cristo tanto como sea posible.
En segundo lugar, la cultura individualista actual no es eterna: tendrá que dar paso a otra diferente, una que podría ser más abierta a la fe cristiana.
Finalmente, hay una razón especial para la esperanza. Ciertamente, la Iglesia está disminuyendo en «cantidad», esto es, en el número de católicos. Este es un hecho doloroso y perturbador de reconocer. Pero, por otra parte, podemos observar que la «calidad» de esos católicos que permanecen se está incrementando.
PL: ¿Hay comunidades contemplativas en Holanda?
Cardenal Eijk: Sí, pero su número ha disminuido en las últimas décadas. En la archidiócesis de Utrech hay órdenes religiosas y congregaciones de hermanas y monjes dedicadas a la oración. Su perseverancia en la oración es inestimable para la Iglesia.
PL: ¿Cuál es el lugar del anuncio de la doctrina y la moral claramente falsas en este renacimiento?
Cardenal Eijk: Según la opinión del rector del seminario menor de Apeldoorn, el obispo Toon Ramselaar, una causa importante de la crisis de fe en Holanda es que la creencia de los católicos no era «nada más que un sistema de verdades y mandamientos» que ya no afectan a la vida diaria. La fe, por lo tanto, ha perdido su relevancia en el día a día de la mayoría de los católicos, así que la han abandonado en masa en un corto período de tiempo. Hay que tener en cuenta que él hizo esta observación en 1947, después de las discusiones con sacerdotes y laicos sobre la crisis de la Iglesia que estaban viendo venir.
La historia de la secularización entre los católicos holandeses y el diagnóstico hecho por Karol Wojtyla (el futuro Papa Juan Pablo II) inmediatamente después de la II Guerra Mundial nos ha enseñado una cosa: la proclamación de la catequesis y el desarrollo de la liturgia deben tener un carácter espiritual en el sentido de que no deberían limitarse a transmitir verdades abstractas y afirmaciones éticas, sino que es importante que conduzcan a los niños, a los jóvenes y adultos a una verdadera relación personal con Cristo y a una auténtica vida de oración.
PL: Y ¿cuál es el lugar de la liturgia en este renacimiento? ¿Cree que el retorno al sentido de lo sagrado, al silencio, a la oración es importante para el desarrollo de la nueva evangelización?
Cardenal Eijk: Es esencial. Hoy, las habitaciones de huéspedes en los monasterios están abarrotadas. Los que van a los monasterios de este modo carecen de algo en su vida diaria y quieren encontrarlo en el silencio de las casas religiosas. Este es un primer paso hacia el descubrimiento o el retorno a la fe. Desgraciadamente, sin embargo, la visita al monasterio es a menudo un hecho puntual: una vez que vuelven a su vida cotidiana, la sobrecarga de actividades comienza de nuevo para todos igual que antes.
En cualquier caso, el silencio sagrado de la Iglesia, la adoración, las celebraciones dignas, son indispensables y, aún más, todo esto parece atraer a la gente que está buscando a Dios.
PL: ¿Hay grupos en Holanda vinculados a la forma extraordinaria del rito romano?
Cardenal Eijk: Sí, los hay, pero son pocos. Existe una Asociación para la Liturgia Latina en Holanda desde 1967. Inicialmente, su objetivo era promover las celebraciones en latín según el Novus Ordo. Pero desde que el Papa Benedicto XVI promulgara el Motu proprio Summorum Pontificum, esta asociación está ahora dedicada a la misa en latín según el rito extraordinario de la liturgia romana. En estas celebraciones según el rito extraordinario, es sorprendente el número de fieles que con frecuencia son jóvenes. Sin embargo, su número no es grande en Holanda, a diferencia de Francia, por ejemplo.
PL: ¿Tienen estos grupos algún papel en la nueva evangelización del país?
Cardenal Eijk: Yo diría que no tienen un papel importante en la reevangelización, pero demuestran inequívocamente que el futuro está en la fe ortodoxa, clara y auténticamente manifestada. Esto es lo que atrae a la gente y lo que están buscando.
PL: En 2017 la Sociedad de San Pío X compró la iglesia de San Willibrord en Utrech. ¿Espera que puedan unirse en el esfuerzo por la reevangelización?
Cardenal Eijk: Me alegra que San Willibrord haya sido preservada para la función litúrgica. Pero no sería capaz de evaluar en qué medida la FSSPX puede tener un papel en la reevangelización de Holanda.
PL: ¿Cree que la forma extraordinaria de la liturgia tiene futuro y un papel en el futuro de la Iglesia?
Cardenal Eijk: Sí, me parece que la forma extraordinaria de la liturgia romana tendrán un papel en el futuro de la Iglesia. Es difícil saber hasta qué punto, y probablemente variará de un país a otro. En cualquier caso, es imposible desterrar el latín como idioma litúrgico, sea en la forma extraordinaria o en la forma ordinaria de la liturgia.
Traducción para InfoCatólica de Ana María Rodríguez y Manuel Pérez Peña