(Canal9/InfoCatólica) Mons. Aguer indicó que «ciertamente hay sacerdotes que celebran muy correctamente la Misa pero hay otros que no y, en muchos lugares, la tendencia es convertir la misa en una especie de espectáculo, en un show… ¿Eso qué significa? Creo que significa que se ha perdido el sentido del misterio litúrgico porque se ha perdido la solemnidad, la belleza, la seriedad y el ajuste a las rúbricas que la Iglesia quiere para celebrar la Misa. Un sacerdote no puede hacer lo que quiere con la Misa. El Concilio Vaticano II decía en la «Constitución para la Sagrada Liturgia» que nadie, aunque sea sacerdote, se atreva a quitar, poner o cambiar nada por iniciativa propia».
El prelado consideró que existe un problema y es no recordar «qué es la Misa» y que la Iglesia enseña que es el sacrificio mismo de Jesús que se hace sacramentalmente presente. Y añadió: «esa expresión del «santo sacrificio de la misa» parece que ha caído en desuso. No es un encuentro de hermanos, lo es secundariamente en todo caso pero primeramente es la Iglesia que se reúne para celebrar el culto de Dios y el culto de Dios por excelencia, en la Nueva Alianza, es la ofrenda al Padre del sacrificio pascual de Jesús que se hace presente sacramentalmente por la acción del Espíritu Santo».
La liturgia en Argentina está devastada
«Es un misterio la Misa. No se lo puede tomar en solfa. No podemos usar la Misa para divertirnos un rato… Esto, desgraciadamente, se ha extendido de un modo enorme en la Argentina y en otros lugares también. Recuerdo que el año pasado o el anteaño me reuní con el Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, en Roma, y hablando de estos temas le dije: «Eminencia en la Argentina la liturgia está devastada», y él me dijo: «Excelencia no solamente en la Argentina. O sea que es un problema mundial desgraciadamente».
Finalmente Mons. Héctor Aguer aclaró que «los fieles tienen derecho a que la misa se celebre como la Iglesia quiere» y que «hay una objetividad en la liturgia y esa objetividad es la garantía de que se respeta lo esencial porque si no se pierde el misterio litúrgico y eso no ayuda a formar bien a los fieles si no que al contrario eso desvía a los fieles. No se puede llevar una vida espiritual seria de auténtica oración, de adoración de Dios, si uno no comprende el misterio litúrgico y no lo vive intensamente».