(Asia News/InfoCatólica) Según el obispo, el control total de un cruce de carreteras esencial, la reapertura del aeropuerto y la fuga del último grupo yihadista aún presente en las afueras son "signos positivos".
En estos días «las calles y plazas son el escenario de fiestas y celebraciones, en todas partes hay un ambiente de alegría». La atmósfera de cambio «es real. Ahora será esencial acelerar las numerosas obras que se han iniciado» y el uso de las carreteras «es un paso fundamental en este sentido. Al mismo tiempo, esperamos el fin de la guerra en todo el país y la recuperación de la unidad y la integridad territorial», acompañado de «la salida de todos los ejércitos extranjeros».
Alepo, la capital económica y comercial de Siria en el pasado, fue durante años el epicentro del conflicto hasta su liberación en diciembre de 2016. Sin embargo, en las afueras de la ciudad, los grupos de oposición y las milicias yihadistas han permanecido en los últimos años, y en varias ocasiones han golpeado el corazón de la población incluso con el uso de armas químicas.
En los últimos días, el gobierno de Damasco ha anunciado la «liberación de todos los distritos occidentales» y, después de ocho años de espera, la reapertura del aeropuerto internacional que hoy ha celebrado el primer vuelo a la capital. «Hay aviones - confirma el prelado - que aterrizaron ayer y hoy, en pocas semanas, se podrá viajar con regularidad y todo esto da una gran esperanza de cambio. En general hay más confianza, a pesar de que la situación económica sigue siendo muy difícil».
Alepo, continuó, está experimentando «una nueva etapa, pero para nosotros todavía no es el final de la guerra» porque el ejército turco y los grupos extremistas «están a pocos kilómetros de nosotros» en la zona de Idlib.
La esperanza, subraya Mons. Audo, es que «con la ayuda internacional, Siria pueda verdaderamente recuperar su unidad y su libertad», una esperanza común también «para los cristianos que, como todos los demás ciudadanos, están contentos con los últimos acontecimientos en la ciudad». Esperamos, añadió, «que este cambio pueda dar aún más confianza, animando a la gente a quedarse y reconstruir. Un discurso que es aún más válido para los cristianos: a pesar de ser un número reducido, queremos ayudar a reconstruir el futuro».
Las mayores dificultades siguen estando vinculadas a la economía y al bloqueo casi generalizado de las transferencias de divisas. «Será difícil volver a partir -advierte el prelado- sin la ayuda» de la comunidad mundial y, desde este punto de vista, «siempre es fundamental sentir la cercanía del Papa Francisco, que nunca ha dejado de hacer oír su voz» por el país y su pueblo.
El Pontífice «reza mucho por nosotros y hace que todos sientan realmente lo importante que es Siria también para la estabilidad de la región del Oriente Medio». «En este sentido -advierte- la presencia cristiana es significativa tanto para dar testimonio del papel en la región como en la perspectiva de una relación [de diálogo] con los musulmanes». «Oren por la paz y la estabilidad en la región -concluye Mons. Audo- por la salvaguarda de Siria y la presencia cristiana en la región. Porque, en este contexto, no sólo están en juego los intereses económicos y políticos, sino la esencia misma de nuestra comunidad».