(EP/InfoCatolica) En su mensaje recuerdan que con ocasión de la beatificación en Roma, el 28 de octubre de 2007, de 498 mártires del siglo XX en España -bastantes de los cuales eran originarios de las diócesis vascas- así como en otras ocasiones anteriores y posteriores, "se nos ha recordado que catorce sacerdotes -también de nuestras diócesis- fueron ejecutados en los años 1936 y 1937 por quienes vencieron en aquella contienda".
Según señalan, "no se hicieron por ellos los debidos funerales y en la mayor parte de los casos no se registró su muerte en el Boletín Oficial diocesano", por lo que los obispos de las diócesis de Bilbao, San Sebastián y Vitoria han escuchado la petición que se les ha dirigido, han reconocido las razones y han considerado oportuno "cumplir este deber pendiente".
"Nosotros queremos realizar juntamente con nuestras comunidades diocesanas un ejercicio de 'purificación de la memoria' y lo hacemos siguiendo las orientaciones del Papa Juan Pablo II para nuestro tiempo, tratando de reforzar nuestros pasos en el camino hacia el futuro, haciéndonos a la vez más humildes y atentos en nuestra adhesión al Evangelio", subrayan.
Los obispos recuerdan que "han pasado más de siete décadas desde la trágica ruptura de la convivencia originada por la Guerra Civil, con efectos dolorosos en la entonces única diócesis de Vitoria, presidida por Monseñor Mateo Múgica, quien sirvió a la Diócesis de Vitoria como su Obispo en una complicada situación que le proporcionó innumerables trabajos y sufrimientos".
Los prelados vascos afirman que "aquella contienda provocó muchos muertos, desaparecidos, encarcelados y desterrados" y añaden que la comunidad eclesial "no fue en absoluto ajena al sufrimiento", ya que "a numerosos laicos, religiosos y presbíteros les fue arrebatada la vida y muchos otros sufrieron represalias y pérdidas irreparables".
En ese sentido, indican que "fueron más de 70 los sacerdotes y religiosos ejecutados en la diócesis de Vitoria, en los territorios controlados por uno u otro bando".
Tras lamentar que "centenares de personas fueron ejecutadas, víctimas de odios y venganzas", precisan que "recordándolas a todas, la presente declaración pretende traer de modo especial a la memoria a aquellos presbíteros que, habiendo sido ejecutados por los vencedores, han sido relegados al silencio".
Se trata, en concreto, de Martín Lecuona Echabeguren, Gervasio Albizu Vidaur, José Adarraga Larburu, José Ariztimuño Olaso, José Sagarna Uriarte, Alejandro Mendicute Liceaga, José Otano Míguelez C.M.F., José Joaquín Arín Oyarzabal, Leonardo Guridi Arrázola, José Marquiegui Olazábal, José Ignacio Peñagaricano Solozabal, Celestino Onaindía Zuloaga, Jorge Iturricastillo Aranzabal y Román de San José Urtiaga Elezburu O.C.D.
Los obispos vascos reiteran que "no contaron con una celebración pública de exequias" y explican que en el Boletín Oficial y en el registro diocesano de sacerdotes fallecidos solamente constan los nombres de los dos primeros, "ejecutados antes de la salida forzosa de la Diócesis del obispo Mateo Múgica", y tampoco figuran como fallecidos en los libros parroquiales correspondientes.
Los prelados vascos consideran que los hechos mencionados "nos interpelan a nosotros y a nuestras comunidades diocesanas" y aseguran que desean "prestar un servicio a la verdad, que es uno de los pilares básicos para construir la justicia, la paz y la reconciliación". "No queremos reabrir heridas, sino ayudar a curarlas o a aliviarlas. Queremos contribuir a la dignificación de quienes han sido olvidados o excluidos y a mitigar el dolor de sus familiares y allegados", manifiestan.
"Purificación de la memoria"
Asimismo, afirman que quieren "pedir perdón e invitar a perdonar" y reiteran que "de ninguna manera" pretenden erigirse "en jueces de los demás, sino reconocer ante Dios nuestras limitaciones en el pasado y en el presente".
Como "signo visible" de este ejercicio de "purificación de la memoria", han determinado, además de la celebración de un funeral conjunto, a la que invitan "a todo el pueblo de Dios" y, particularmente, los familiares de las víctimas y los presbíteros de las diócesis vascas, la publicación de una reseña en el Boletín Oficial de cada diócesis, recogiendo los datos de la vida y muerte de quienes fueron "ignorados", así como la inclusión de sus nombres en los registros diocesanos de sacerdotes fallecidos y en los libros parroquiales correspondientes.
"Purificando la memoria, sirviendo a la verdad, pidiendo, ofreciendo y acogiendo el perdón, queremos mirar al pasado para aprender a construir un presente y un mañana nuevos", concluyen.